El humilladero de Los
Cuatro Postes es un monumento religioso situado en la ciudad de Ávila. Está
formado por cuatro columnas dóricas de cinco metros de altura sobre cuyos
capiteles se asientan otros tantos arquitrabes con las armas de la ciudad; en
el centro del cuadrado formado por las columnas, sobre una peana, se erige una
cruz de granito.
Según cuenta la
tradición, en el año 1157 los abulenses organizaron una romería a la ermita de
San Leonardo (actualmente desaparecida), próxima a Narrillos, en rogativa por
la desaparición de la peste que azotaba la comarca. Aprovechando la ausencia de
la mayor parte de la población, los musulmanes atacaron la ciudad llevándose
todo lo que había en ella de valor. Para perseguirles, los regidores Nuño Rabia
y Gómez Acedo organizaron una partida, de la que una parte de sus integrantes
se separó para regresar a la seguridad de la villa. Cuando tras derrotar a los
musulmanes volvieron a Ávila, encontraron que los que se habían separado del
grupo habían cerrado las murallas, y exigían parte del botín para aceptar a los
recién llegados. Enterado el rey Sancho III de Castilla, acudió a Ávila,
expulsó a los de dentro y les condenó a vivir extramuros, sin títulos de
nobleza ni privilegios; algunos de estos se expatriaron y marcharon a Ciudad
Rodrigo, que el rey Fernando II de León estaba repoblando tras su reconquista.
El concejo de Ávila decidió que la romería a San Leonardo se repitiese
anualmente, y para descanso de las autoridades se construyó en el trayecto el
humilladero de los Cuatro Postes.
El monumento actual
data del año 1566, cuando el corregidor Rodrigo Dávila contrató con el maestro
cantero Francisco de Arellano la construcción del "humilladero de la
puente del Adaja", que incluía una escultura de San Sebastián y un
tejadillo. La cruz fue repuesta en 1995, después de que resultara destrozada en
un acto de vandalismo.
Según la tradición fue
aquí donde, siendo niños, Teresa de Jesús y su hermano Rodrigo fueron detenidos
por su tío cuando proyectaban viajar a tierras de infieles para morir
martirizados8 y donde la santa, quitándose las sandalias, pronunció la famosa
frase "De Ávila, ni el polvo".
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