En pleno corazón de
Madrid, Casa Lucio se ha convertido en una atracción turística más de la
capital, una visita obligada para turistas y punto de encuentro para locales,
para quienes el restaurante es una parada en el tiempo. La calle donde se
ubica, la Cava Baja, es una de las más antiguas de Madrid, y ya conocida en el
siglo XVII por ser punto de llegada de carreteros, que desde ahí partían para
llevar el correo a distintos puntos de España.
El local en sí también
tiene una innegable historia. Sus muros ya albergaban desde 1720 la mítica
Posada de San Pedro, conocida popularmente como Mesón del Segoviano. Hasta bien
entrado el siglo XX, éste se convirtió en punto de encuentro de literatos y
personajes de la vida madrileña. El restaurante había sido ya testigo de más de
dos siglos de historia, y de ello daban cuenta un carro de mulas y un flamante
automóvil fabricado en Detroit, ambos expuestos por aquellos días en el zaguán
del local, sirviendo de metáfora de los cambios sufridos y la tradición
mantenida.
Este mismo restaurante
es el que su dueña doña Petra legó a Lucio ya en el último tercio del siglo XX,
y él se encargó de convertirlo en lo que es hoy. Un flamante local que aúna con
una elegancia incuestionable lo nuevo y lo tradicional. Su bar a la entrada y
los dos pisos acogen cada día a hombres de negocios, políticos, turistas, y a
todo aquel que, por comer aquí, quiera probar un trocito de la historia.
Lucio Bláquez nació en
Serranillos (Ávila), el 12 de febrero de 1.933. Con 12 años recién cumplidos
vino con su padre a Madrid y empezó a trabajar en el Mesón del Segoviano con la
dueña, doña Petra, que le quería como a un hijo. Fue ella quien, pasados los
años, le vendería el local a Lucio.
Ya en aquellos años, a
tan corta edad, su don de gentes se hacía notar; demostraba su interés por el
trabajo y transmitía su alegría a los clientes, que ya le daban muy buenas
propinas. Muchos de aquellos clientes, que por entonces eran estudiantes, son
ahora personajes importantes de la vida social del país y asiduos clientes de
su casa, a la par que amigos en la mayoría de los casos.
Casa Lucio abrió sus
puertas al público en noviembre de 1.974, después de más de 6 meses de obras
para mejorar la estructura del edificio, y desde entonces ese trato cordial y
afectuoso con los clientes sigue siendo una de las facetas importantes de este
local. Un sello de la casa que Lucio ha sabido transmitir al personal de la
casa, que forma una familia desde hace más de 20 años, y que ya conoce las
costumbres de la casi totalidad de los clientes asiduos, intentando en
definitiva complacer y hacer pasar un rato agradable.
Así es como Teodoro
Martín, el jefe de sala, lleva la dirección poniendo todo el cuidado y esmero
en su trabajo, intentando que esta filosofía de trato se mantenga inalterable
después de tantos años.
Otra cuestión
importante para que los clientes salgan satisfechos es la calidad de los
productos; Lucio, junto con el jefe de cocina Aurelio Calderón, se encarga día
a día de que las materias primas sean de primera calidad.
Por este local han
pasado y pasan personajes importantes de la vida social y política, así como
actores nacionales y extranjeros.
Actualmente, en su labor
diaria acompañan al restaurador (o tabernero, como prefiere que le llamen) sus
hijos María del Carmen, Fernando y Javier. Aunque los tres estudiaron Derecho,
han sabido valorar el esfuerzo y trabajo de sus progenitores, y han elegido
continuar su labor en este castizo restaurante del Madrid de los Autrias. Junto
con la casa principal, dirigen también el restaurante Viejo Madrid (Cava Baja,
32), El Landó (Plaza de Gabriel Miró, 8), y La Taberna de los Huevos de Lucio
(Cava Baja, 30). Éste último abrió sus puertas en mayo de 2001 con una oferta
joven y dinámica, pero sin olvidar nunca la calidad y el respeto por la
tradición recibida.
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