Denominada
formalmente Praça de Dom Pedro IV, esta gran plaza ha constituido el centro
neurálgico de Lisboa durante seis siglos. A lo largo de su historia ha sido
escenario de corridas de toros, festivales, desfiles militares y horribles
autos da fe. En la actualidad solo es testigo de ocasionales reuniones
políticas. Los sobrios edificios pombalinos, desfigurados por los anuncios de
neón en su parte superior, están ocupados por tiendas de recuerdos, joyerías y
cafés. En el centro de la plaza hay una estatua de Dom Pedro IV, el primer
emperador de Brasil. A los pies de la estatua, las cuatro figuras femeninas son
alegorías de la Justicia, la Sabiduría, la Fuerza y la Moderación.
A
mediados del siglo XIX la plaza se pavimentó con mosaicos de dibujos
ondulantes, lo que le valió el sobrenombre de “plaza rodante”. Las piezas,
cortadas a mano, fueron una innovación es este tipo de diseño. En el lado norte
de la plaza está el Teatro Nacional Dona Maria II, así llamado en honor de la
hija de Dom Pedro. El edificio neoclásico fue construido en 1840 por Fortunato
Lodi. El interior se destruyó en un
incendio en 1964 y fue reconstruido en los setenta. En lo alto del frontón
aparece la estatua de Gil Vicente (1465-1536), fundador del teatro portugués.
El
Café Nicola, en el lado oeste de la plaza, era un lugar frecuentado por
escritores como el poeta Manuel María Barbosa du Bocage (1765-1805), famoso por
sus sátiras. La Pastelaria Suiça, en el lado opuesto, es popular entre los
turistas.
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