Una
de las actividades imprescindibles en cualquier visita a Lisboa es darse una
vuelta en el tranvía nº 28. La ruta pasa a través de muchos de los distritos
más destacados de Lisboa, como Baixa, Graça, Alfama o Estrela, aunque la
mayoría de los visitantes lo utiliza para subir la empinada cuesta que separa
Baixa de Alfama y el castillo.
Debido
a la gran cantidad de subidas y bajadas que hay a lo largo de la línea, sólo
los clásicos tranvías Remodelado, originalmente puestos en circulación en los
años 30, son capaces de desplazarse por las inclinadas vías. Estos tranvías,
que en cualquier otra ciudad estarían en un museo, forman parte integrante de
la red de transporte público de Lisboa, y un paseo en el tranvía nº 28 es una
actividad agradable y muy recomendada de la que disfrutar durante cualquier
visita a Lisboa.
El
tranvía nº 28 es la ruta de tranvía más larga que hay en Lisboa, y el recorrido
realiza un bucle por la parte este de Baixa, Graça y Alfama antes de
encaminarse al oeste, en dirección a Estrela y Campo Ourique. El primer tramo
del viaje es el favorito de la mayoría de los turistas, ya que el tren
serpentea por el distrito de Alfama y pasa por delante de la Catedral Sé y el
mirador de Santa Luzia. El tramo en dirección oeste es igualmente muy agradable
y panorámico, a través del distrito de Estrela y la magnífica Basílica, una de
las joyas ocultas de Lisboa.
Los
billetes pueden comprarse a bordo del tranvía, bien al conductor o bien en la
máquina expendedora; de cualquiera de estas maneras, el billete sencillo cuesta
€2,85. Una opción más rentable consiste en comprar un pase ilimitado válido por
24h, que incluye los servicios de metro, tranvía y autobús. Estos billetes
cuestan €6,00 y pueden comprarse en las estaciones de metro, pero no a bordo
del tranvía. El tranvía nº28 es la ruta más popular de la red de tranvías, y
hay salidas cada 11 minutos todos los días. Las últimas salidas del día se
producen sobre las 21:00h.
Durante
la temporada turística estival, el tranvía está muy concurrido a partir de
media mañana hasta media tarde, por lo que conviene evitar estas horas. El
mejor momento para montarse en el Tranvía 28 de Lisboa es a primera hora de la
mañana o por la tarde temprano, momentos en que el número de pasajeros es
menor. Por desgracia, es un hecho conocido que las grandes cantidades de
turistas que se juntan en un espacio reducido atrae a los carteristas, que
suelen merodear por la ruta, por lo que es necesario vigilar en todo momento
las bolsas y las carteras.
El
tranvía nº 28 sale de la Praça do Martim Moniz (al norte de Baixa) y en su
primer tramo atraviesa los distritos de Graça y Alfama. En el camino que
recorre Alfama, el tranvía pasa frente a la Catedral Sé, proporcionando una
oportunidad maravillosa para sacarle fotos. El tramo entre el mirador de Santa
Luzia y el distrito de Baixa es el más concurrido.
Desde
Baixa, el tranvía nº 28 atraviesa el distrito de cines y teatros de Chiado, el
distrito de la vida nocturna de Barrio Alto y el imponente distrito de Estrela.
La Basílica de Estrela es el último de los principales lugares de interés
turístico que hay a lo largo de la ruta, y el servicio de tranvía termina en la
no muy destacable estación de Campo de Ourique. El trayecto completo del
tranvía 28 de Lisboa tiene una duración de 40 minutos.
La
construcción de los pequeños tranvías Remodelado amarillos se remonta a los
años 30, por lo que son unos tranvías que rebosan encanto tradicional, desde
sus contadores y palancas originales hasta sus incómodos bancos de madera
pulida. Estos tranvías se llaman Remodelado porque durante los años 90 se mejoraron
el sistema eléctrico y los frenos, lo cual resulta de agradecer. Algunos
pasajeros pueden quizá pensar que los frenos son a veces demasiado buenos.
Si
consigue ocupar una plaza junto a la ventana, el tranvía nº 28 de Lisboa le
ofrecerá una visita fantástica por la ciudad por el precio de un simple billete
de autobús. Una vuelta en este viejo tranvía no es algo cómodo, los bancos son
de madera, las vías del tranvía parecen parte de una montaña rusa y los
potentes frenos mandan a los pasajeros rodando por el pasillo, pero ¿cambiaría
algún turista cualquier parte de la experiencia? ¡Desde luego que no!