El Teatro se construye bajo el
patrocinio de Agripa, yerno de Augusto, a caballo entre los años 16 y 15
a.C., cuando la Colonia fue promovida como capital provincial de la
Lusitania. Al igual que el edificio contiguo del Anfiteatro, el Teatro
se edificó parcialmente en la ladera de un cerro, lo que abarató
sustancialmente los costes de su fábrica. El resto se erigió en obra de
hormigón forrada de sillares.
Aunque los romanos no eran muy
aficionados al teatro, una ciudad de prestigio no podía dejar de contar
con un edificio para los juegos escénicos. El de Augusta Emerita fue
especialmente generoso en su cabida: unos seis mil espectadores. Éstos
se distribuían de abajo a arriba según su rango social en tres sectores
de gradas, caveas summa, media e ima, separados por pasillos y barreras.
A todas las gradas se accedía con facilidad desde escalerillas
distribuidas de manera radial por las caveas. A través de pasillos se
llegaba a las puertas de acceso o vomitorios.
La deteriorada
grada superior o summa cavea era lo único que emergía del edificio antes
del inicio de su excavación en 1910. Al quedar arruinadas desde antiguo
las bóvedas de los accesos, sólo quedaban en pié los siete cuerpos de
sus gradas, lo que dio lugar a que los emeritenses bautizaran a esas
ruinas como las Siete Sillas.
La cavea ima, donde se acomodaban
los caballeros de la ciudad, se modificó en época de Trajano, erigiendo
en su centro un espacio sagrado rodeado de una baranda de mármol.
Delante de la cavea ima vemos tres gradas más anchas y bajas, donde los
magistrados y sacerdotes de la ciudad disfrutaban del espectáculo
sentados en sillas móviles. Aquellos accedían a sus escaños desde las
grandes puertas laterales ubicadas en ambos extremos. Sobre éstas
puertas se hallaban las tribunas de los magistrados que costeaban el
espectáculo.
El espacio semicircular donde se ubicaba el coro,
la orchestra, luce un suelo mármol fruto de una reforma tardía. Tras la
orchestra se eleva el muro del proscenio, de exedras circulares y
rectangulares. Sobre él se desplegaba la escena. Originalmente era un
entarimado de madera bajo el que se distribuían todos los artilugios de
la tramoya.
La escena se cierra con un muro de treinta metros de
altura, el frons scaenae, estructurado en dos cuerpos de columnas entre
la cuales podemos ver estatuas de emperadores divinizados y de dioses
del mundo subterráneo. Todo se eleva sobre un podio decorado con ricos
mármoles. En el frente escénico se encuentran tres vanos por los que
accedían los actores al escenario. El central, la valva regia, remata en
dintel sobre el que se asienta la estatua sedente de la diosa Ceres (o
Livia, la mujer de Augusto, deificada). Desde la coronación del frente
escénico pendería una marquesina de madera para mejorar la acústica del
recinto, ya de por sí excelente.
Tras el muro del frente
escénico se desarrolla un amplio jardín porticado cerrado por muros con
hornacinas que fueron decoradas con estatuas de miembros de la familia
imperial. En el eje de este pórtico, en línea con la valva regia y el
espacio sagrado de la ima cavea, se halla la aula sacra, un pequeño
espacio sagrado con una mesa de altar donde se honraba a la figura del
divino Augusto.
Casa-Basílica del Teatro
En el
extremo oeste del pórtico del Teatro podemos ver esta vivienda cuyo
excavador, José Ramón Mélida, creyó que las estancias dotadas de ábsides
con ventanas en sus cabeceras, formaban parte de una iglesia donde se
reunía una de las primeras comunidades cristianas, de ahí que la
denominase Casa-Basílica.
La entrada de la casa se encuentra al
oeste y da a una calzada realizada con lastras de diorita, que discurre
de este a oeste. Las fauces de la vivienda dan a una serie de estancias
que se articulan en torno a un patio que estuvo porticado y en cuyo
centro se aprecia aún los restos de un estanque. Algunas estancias
conservan restos de mosaicos decorados con temas geométricos y de
lazadas vegetales.
Al fondo del patio se encuentran las
estancias absidadas, que invaden zonas que antes formaban parte del
pórtico del Teatro. Las habitaciones debieron estar cubiertas con bóveda
de cañón y, en los ábsides, rematarían en un casquete semiesférico. Las
paredes, enlucidas con pinturas, en lo conservado están decoradas con
imitaciones de incrustaciones de mármol en los zócalos y, en la zona del
ábside, sobre pedestales, se conserva el tercio inferior de personajes,
quizá unos sirvientes, vestidos con túnicas de colores y decoradas con
brocados.
Salvo el suelo de la zona del ábside, que posiblemente
estuvo enlosado con mármol, el resto de la estancia estuvo decorada con
un mosaico en el que destaca la presencia de una crátera inscrita en un
cuadrado.
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