Una leyenda dice que el origen de este convento fue un milagro de San Vicente Ferrer. Para otros fue, simplemente, una muestra de la enorme riqueza y poder de los duques de Plasencia, que consolidaron con su construcción el prestigio de su linaje y su destacado papel de mecenazgo.
EL EDIFICIO
El parador se halla sobre lo que fuera el convento de San Vicente Ferrer que forma parte de un impresionante conjunto monumental compuesto por el convento, la iglesia de Santo Domingo y el palacio Mirabel de la familia Zúñiga, benefactores y constructores del convento a finales del siglo XV. El visitante deja frente a él la fachada de la iglesia para acceder a la izquierda, y a través de un porche con dos arcos de medio punto, al antiguo convento y hoy parador. Es un edificio tardogótico compuesto por claustro, sala capitular y refectorio. El convento se inició por la sala capitular, siendo ésta una de las partes más antiguas, gótica y subdivida a su vez en dos estancias, una cuadrada y otra hexagonal separadas por una puerta abocinada y cubiertas, ambas, por bóvedas estrelladas. El parador conserva muchos elementos originales como el primitivo artesonado del bajo claustro, restos de pinturas murales o, en el refectorio, rectangular y renacentista, el púlpito y el friso de azulejos talaveranos policromados del XVI. Sobre él, en el piso superior hubo una magnífica biblioteca ya que en este convento fue sede de cátedras de Teología, Doctrina y Arte. Bajo él, la primitiva bodega conventual excavada bajo la roca.
EL MILAGRO DE SAN VICENTE FERRER
Cuenta la leyenda que Juan de Zúñiga, hijo de los duques de Plasencia murió repentinamente siendo un niño. Su madre, Leonor de Pimentel, imploró a San Vicente Ferrer, recién canonizado, por la vida de su hijo y el niño resucitó cuando iba a ser enterrado. Sus padres, agradecidos, fundaron el convento. Más allá de una leyenda poco verídica, Juan de Zúñiga llegó a ser un personaje importante de la España de su época. Nombrado Gran Maestre de la Orden de Alcántara, de la que fue su último maestre, estuvo en la toma de Granada junto a los Reyes Católicos, llegó a ser arzobispo de Sevilla y, probablemente, el mecenas de las letras más notable de su tiempo. Amigo y protector de Antonio de Nebrija, éste escribió su famosa gramática y sus diccionarios en el palacio que Juan de Zúñiga tenía en Zalamea de la Serena (Badajoz) del que se decía que era la verdadera corte literaria de Castilla y donde se hicieron algunos de los manuscritos miniados más bellos del siglo XV. A su muerte, sus restos fueron trasladados a Plasencia donde reposan en la iglesia adosada al parador.
LA ESCALERA VOLADA
La escalera volada del Parador es una de las más bellas de
España. Construida en granito (1577), se sostiene sobre arcos irregulares y
desiguales que ascienden hasta el piso superior, recibiendo la luz directa de
una linterna. En su decoración destacan los escudos de los Zúñiga y un pasaje
bíblico que alude a la escalera de Jacob.
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