Palacio episcopal de Plasencia
El Palacio Episcopal o palacio del Obispado, fue erigido el 13 de Marzo de 1188 por el papa Clemente III, y al año siguiente lo confirmó con la jurisdicción de Plasencia sobre Trujillo, Medellín, Monfragüe y Santa Cruz.
Honorio III, en el año 1236 confirma la adquisición de la villa de Béjar y su distrito al obispado de Plasencia y subordina éste, a su vez, al arzobispo metropolitano con sede en Santiago de Compostela.
El Palacio episcopal, junto a la catedral, comenzó su construcción durante el siglo XV por el obispo Gutierre Álvarez de Toledo (de 1498 a 1506), promotor de la Catedral Nueva. Este, coloca sus emblemas sobre las dos ventanas de la derecha del piso alto, y a ambos lados de la portada principal.
A lo largo de los siglos los diferentes obispos han ido realizando modificaciones, lo que nos deja un edificio ecléctico con numerosos añadidos desde el S.XV hasta el XX.
En el siglo XVI el prelado Gutierre Vargas Carvajal (de 1523 a 1559) se encarga de la reforma de la portada principal, y deja sus armas en el dintel de la tercera ventana de la planta superior, en todas las de la planta baja, sobre la portada principal y en el callejón del Obispo. También se encarga de parte del patio principal que ofrece una elegante solana y del ala norte, donde existe un interesante artesonado renacentista.
Seguirá en el mismo siglo el obispo Ponce de León realizando una remodelación selectiva que acogería a su atractiva colección de códices y volúmenes, demandados por Felipe II y donados por el prelado para formar parte de la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. También diseñó un nuevo patio vergel con amplias cisternas para almacenar agua.
Finalmente, la última gran actuación la lleva a cabo en el siglo XVIII el obispo González Laso que en estilo colonial realiza amplios salones y oratorio.
Detalles del Palacio episcopal
Los elementos más destacados del palacio episcopal son sus partes visitables, entre los cuales están el patio en el que se puede ver el claustro renacentista de doble altura, los naranjos y los limoneros.
Entre los motivos de su portada nos encontramos con el escudo de armas del obispo constructor, Vargas de Carvajal.
También cabe destacar el claustro renacentista de dos plantas columnado y con parte de sus arcos cegados, el artesonado renacentista en su ala norte o sus salones de estilo colonial.
En su interior (no visitable) encontramos el patio central con forma de claustro columnado sostenido por sendas arcadas renacentistas, la sala del trono, la sala nueva o de recepciones, el archivo, las oficinas Diocesanas o la biblioteca de los jesuitas.
En la parte alta hay una amplia gama de balcones con una balaustrada que exhibe la forja de la época.
En el centro del patio se aprecia su columna central blasonada, y los escudos de diversos prelados que pasaron por la sede episcopal.
La fachada es de matiz marcadamente renacentista en sus vanos y, sobre todo, en la decoración que se ofrece sobre el dintel de la portada principal. Sobre el frontis de la puerta, de granito, hay una cartela de granito timbrada de capelo y borlas (nueve a cada lado), con las armas del obispo constructor, Vargas Carvajal.
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