Casa de las Infantas. Plasencia. Cáceres. Extremadura.

Casa de las Infantas

Otra de las casas señoriales del Siglo XVI y XVII es la Casa las Infantas, que en este caso además acoge uno de los centros educativos de la ciudad. En ella vivieron hace pocos años las Religiosas Josefinas Trinitarias, de ahí que actualmente se conozca como la escuela hogar de las josefinas.

Por otra parte, el nombre originario de “Casa de las Infantas” proviene de haber sido la casa de Pedro Fernández Manrique de Lara y Solís y de su mujer Leonor de las Infantas, señores de Galisteo y de la Casa Infantas, así como de alguno de sus sucesores.

El cuerpo original es el inferior, y por falta de almohadillas de granito las plantas más altas se completaron ya muy posteriormente con almohadillas de cemento que desdicen la parte noble de la casa.

Esta casa, tiene una portada con dovelas y un mascarón en la clave central del arco de medio punto sobre la puerta, que representa al “hombre verde”, dios mitológico de origen celta que representa a la muerte y resurrección de la naturaleza.

Tiene en la parte derecha abundante vegetación, hojas de parra y yedra con palos, y aparece con la lengua fuera de aspecto burlón, como si se estuviera burlando de los que por allí pasan. La parte izquierda está afeitada, bien peinado, y en las cejas dos salamandras mirándose la una a la otra con aspecto de luchar, que son símbolo de la constancia y la castidad.

Como curiosidad en la parte trasera de la casa hay un patio pequeño que da a la Calleja de la Pardala, en el que hay una figura de la mitología griega que representa al dios Pan,al que Apolo condenó a tener una erección permanente.

Esta figura de la mitología griega que representa al dios Pan, también protegía a los pastores trashumantes y a sus rebaños. Tiene cuerpo de hombre, es velludo y con dos cuernos en la frente, y sus miembros inferiores tienen pezuñas. Este personaje se retiraba a las Cuevas de Andrómeda en sus momentos más bajos a tocar una siringa (flauta). Pan era hijo del dios Hermes y, por eso, le llamaban Pan, que significa “de todos”.

En las partes superiores se ve el intento, poco logrado, de reflejar en medallones a personajes relacionados con la casa como se hace en la Catedral nueva de Plasencia.

Historia de la Casa de las Infantas

Don Pedro Fernández Manrique de la Lara y Solís y su mujer Leonor de las Infantas, que eran de Pasarón, hacen allí, en el mismo pueblo, en 1531, una casa solariega para vivir. Traen para ello a unos canteros de Florencia (Italia) y les hacen dicha obra, más conocida como el “Palacio de las Chimeneas”. Hacen cinco modelos de castillos para que eligieran la que más les gustase, una especie de maquetas que llamaron mucho la atención.

En esta época empezaron a pensar hacer una casa con almohadillado en la ciudad de Plasencia, con los mismos artistas que trajeron, parecida a la que tenía que hacer el obispo Carvajal Girón, desde 1604 a 1621, y terminar la de ellos que la ejecutaron con cierto sabor renacentista. Así iniciaron las obras de la Casa Infantas, sobre un solar de las armas el Corral, cuyos escudos campean en su fachada.

Los Manrique de Lara, Señores de Oropesa, eran parientes de Garci Álvarez de Toledo, que serían los que les donaron Medina Galisyah, hoy llamado Galisteo, pasando estos a ser señores de dicha villa.

En el interior de la casa hay dependencias donde estuvo un colegio fundado, por iniciativa del obispo Lobera, para recoger a los “niños barraganes”, hijos no legítimos de curas, donde se les enseñaban solamente los oficios de chocolateros o pasteleros, al ser dos oficios que se podían aprender sin salir al exterior y así no ser vistos.

Estos oficios se les ofertaban sólo a los que eran de nación hombres, para que se pudieran defender con ellos en su futura vida.

Estos niños, ya crecidos, pusieron varias chocolaterías, llegando a haber en 1940 hasta ocho fábricas importantes. La más grande era la fábrica que vendía chocolates bajo la marca “Caballo Blanco”. Esta fábrica vendía chocolate de tres tipos, envueltos en papeles de color rojo, azul y amarillo, en función de la calidad, y se distribuían a caballo, en cajas de hojalata.