El templo Ryoanji (龍安寺) o «templo del dragón pacífico» es un templo budista zen situado al norte de la ciudad de Kioto. Es famoso, sobre todo, por su jardín zen de rocas y arena rastrillada, uno de los grandes atractivos turísticos de Kioto. Y por si fuera poco, está muy cerca de otro de los templos más famosos de la ciudad, el templo Kinkaku-ji.
Además, el templo Ryoan-ji está incluido en la lista de «Monumentos históricos de la antigua Kioto», declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Breve historia del Ryoanji.
Originalmente, el templo era la residencia aristocrática del clan Tokudaiji (siglo XI). Pero en 1450 los terrenos fueron adquiridos por Hosokawa Katsumoto, quien construyó aquí su residencia. Y fue entonces cuando todo el complejo fue convertido en un templo budista zen de la secta Rinzai.
El templo Ryoan-ji fue destruido durante las guerras Onin (1467-1477) y reconstruido por el hijo de Hosokawa en 1499. A partir de ahí, sirvió de mausoleo para distintos emperadores y tuvo el apoyo tanto de Toyotomi Hideyoshi como del clan Tokugawa. De hecho, en su momento más próspero, el complejo llegó a albergar 23 subtemplos.
Desafortunadamente, el Ryoanji fue destruido en un incendio en 1797. Y aunque fue reconstruido gradualmente, nunca llegó a recuperar el nivel de su espléndido pasado.
Estanque Kyoyo.
La entrada al complejo se realiza por la puerta Sanmon que te deja en el extremo sureste del gran estanque Kyoyo (Kyoyochi en japonés). La tentación es bordear el estanque para entrar directamente a ver el jardín zen.
Sin embargo, nosotros te proponemos echar un vistazo a la zona norte del estanque Kyoyo antes de entrar al salón principal. Si no, es fácil que se te olvide cuando salgas, porque el camino te llevará por otro lado y perderás una vista bonita.
En la zona norte del estanque hay un lugar de interés: un santuario dedicado a Benzaiten. Puedes acceder a él a través de un puente de piedra que conecta el complejo del templo con el islote Benten situado en el estanque.
Benzaiten es una de los Shichifukujin, las siete deidades de la buena fortuna y fue consagrada en este pequeño santuario del templo Ryoan-ji. Según parece, este rincón fue frecuentado por Toyotomi Hideoyoshi, uno de los tres grandes unificadores de Japón.
Este pequeño santuario sintoísta se ve muy rápido, así que no te robará mucho tiempo. Pero fíjate en la hilera de estatuas de jizo, las lámparas de piedra tradicionales o el gran farolillo de papel y los torii de color bermellón, por ejemplo. Sin duda, muy pequeño pero muy bonito de ver.
Desde este islote puedes ver otro de los islotes que hay en el estanque, aunque en este caso es inaccesible. Se trata del islote Fujitora que, según dicen, se asemeja a un tigre acostado. Si vas en primavera, lo reconocerás fácilmente por sus preciosos cerezos.
Una vez visitada la isla Benten, puedes volver al camino principal en dirección al templo. Párate antes de llegar a las escaleras de acceso, porque verás un precioso Buda de piedra, así como una pileta de agua tradicional.
Toda la zona está repleta de musgo y todo tipo de flores y plantas, por lo que está preciosa en casi cualquier época del año.
El salón principal Hojo.
Tras descalzarte y dejar tus zapatos en las estanterías para ello, entrarás en el salón Hojo, la antigua residencia del monje del templo. Es en este salón donde se encuentra el lugar de mayor interés: el jardín zen del templo Ryoan-ji.
En la entrada, verás una exposición de caligrafías en papel japonés washi, así como otros objetos relacionados. Y también el antiguo altar que había en los aposentos del monje. Al lado tienes la tienda del templo, donde puedes conseguir tus amuletos o hacerte con una caligrafía goshuin.
Como curiosidad, los doce volúmenes del Taiheiki se conservan como tesoros del templo.
Aquí también verás una representación en miniatura del famoso jardín zen del templo Ryoan-ji. Es una oportunidad fantástica para hacerte una idea del diseño del jardín y la disposición de las 15 piedras. Porque con este tamaño y situación, será la única ocasión que tengas de ver la disposición de las 15 piedras a la vez.
El (famoso) jardín zen.
Sin duda alguna, una de las atracciones principales del templo Ryoan-ji es su jardín seco (karesansui), probablemente uno de los jardines zen más famosos de todo Japón.
Es un ejemplo perfecto de los jardines zen que se popularizaron en los templos budistas del periodo Muromachi (1336-1573), momento en el que la escuela zen impactó con fuerza el arte japonés. Como todo jardín zen, busca mostrar la esencia de la naturaleza a través de la abstracción y del uso de tan sólo tres elementos: rocas, arena rastrillada y algo de musgo.
El jardín seco del Ryoan-ji tiene forma rectangular y mide unos 10 metros de largo y unos 25 metros de ancho. Está compuesto de 15 rocas situadas sobre pequeños círculos de musgo y rodeadas de arena rastrillada. Además, el jardín está rodeado por tres paredes de piedra y el balcón de la zona de observación, donde puedes sentarte a meditar.
Para muchos, es el perfecto jardín zen porque tiene una particularidad: es imposible ver todas las rocas del jardín a la vez. Puedes intentarlo todas las veces que quieras, y colocarte en cualquier lugar que quieras: siempre habrá alguna roca escondida.
Así, tendrás que ir moviéndote por el jardín para ver todos los detalles y, finalmente, sentarte en el balcón para juntar todas las imágenes en tu mente. Es decir, sólo puedes ver la imagen completa del jardín en tu mente… Más zen, imposible.
Significado del jardín zen.
Además de por esta particularidad, el jardín zen del Ryoan-ji tiene cierto aire de misterio porque apenas se sabe nada de su construcción. No se sabe la fecha exacta, no se sabe quién fue su creador y ni siquiera se sabe nada de su significado, puesto que el diseñador del jardín no dejó explicación alguna.
Hay muchas teorías acerca de quién diseñó el jardín, claro, pero ninguna se da como completamente cierta. Pudiera ser que el jardín fuera diseñado por Hosokawa Katsumoto (el creador del templo Ryoan-ji original) entre 1450 y 1473. Otros, en cambio, adjudican la creación del jardín a Soami, un famoso pintor y monje del siglo XVI.
Pero lo cierto es que nadie se pone ni siquiera de acuerdo en cuándo se creó el jardín, si en el siglo XV o en el siglo XVI. Porque las primeras descripciones documentadas del jardín son de 1680-1682 y no hay información previa de su existencia.
Asimismo, hay muchas teorías sobre el significado del diseño del jardín. Hasta 2002, la más popular era que la disposición de las piedras formaba la figura de un tigre que cruzaba un arroyo de montaña junto a sus cachorros.
Sin embargo, en 2002 los investigadores se fijaron en qué forma creaba la arena rastrillada (y no tanto las rocas) y se descubrió la forma de un árbol. Los más poetas dicen que nuestro subconsciente «ve» el árbol escondido entre las rocas y que por eso es tan relajante sentarse a observar el jardín.
Sea como fuere, la armonía del jardín es innegable, lo que confirma que las piedras no se pusieron al azar, sino que fue una estructura pensada y meditada, aunque no sepamos nada más.
El interior del Hojo.
Tras observar el jardín zen, te recomendamos echar un vistazo a las salas de tatami del salón principal. Sobre todo a las pinturas monocromáticas en tinta china que decoran las puertas correderas fusuma de las salas laterales.
Las pinturas en las puertas correderas de las salas laterales siempre son las mismas, pero la sala central se usa de espacio de exposición, por lo que las pinturas cambian año tras año. Eso sí, a menudo están relacionadas con la imagen de un dragón, inspirándose en el nombre del templo, pues Ryoan-ji significa «templo del dragón pacífico».
Alrededores del salón.
Después de sentarte a observar el jardín zen y ver las pinturas monocromáticas del interior del Hojo, puedes dar una vuelta por los alrededores del salón.
A un lado del salón y del jardín, verás primero el salón de Buda, totalmente cerrado al público (sólo lo puedes ver por fuera) y conectado con el Hojo a través de un tradicional pasadizo techado.
Y a continuación puedes disfrutar del jardín situado al lado de la pequeña casa de té, justo detrás del Hojo. Tanto el jardín de té como la casa de té fueron añadidos al complejo en el siglo XVII.
Cerca de la casa de té verás una famosa pileta de agua llamada Tsukubai, a poca distancia del suelo. Es la típica fuente de agua para la purificación, en la que el agua cae por una caña de bambú sin cesar, en referencia al fluir de la vida y también a la impermanencia de las cosas, dos apreciaciones claramente budistas y que son típicas de la estética japonesa.
El nombre de la pileta se podría traducir como «acuclillarse» o «agacharse» y hace referencia al movimiento que cualquier persona tiene que hacer al verla, dado que está situada a ras de suelo, mientras que los visitantes estamos en la pasarela superior. Es de buena educación hacer una pequeña reverencia en señal de respeto y humildad. Y de ahí el nombre.
La pileta es circular, aunque la zona de agua es cuadrada (otro elemento clásico del budismo y de la estética japonesa: el contraste en la forma). Esto es importante, porque en la superficie de la pileta verás cuatro kanji, 五, 隹, 止 y 矢 que leídos tal cual, no tienen ningún significado.
Pero si les añadimos el radical 口 (exactamente la forma de la parte central de la pileta y colocada exactamente en el lugar que corresponde a cada kanji) los caracteres se transforman en 吾, 唯, 足 y 知, que se pueden traducir como «con lo que sé es suficiente«. Muchos lo traducen también como «sé que soy suficiente», «aprendo sólo para estar satisfecho» o hasta «sólo sé satisfacción».
Se trata de una frase extraída de las escrituras budistas de traducción complicada, pero la idea es siempre la misma: todos tenemos lo que necesitamos, con lo que sabemos es suficiente y no nos hace falta nada más (para ser felices).
Según parece, la pileta fue un regalo de Mitsukuni Mito (1628-1700), un daimyo y compilador de un importante libro de historia japonesa (Dai-nippin-shi).
Tras la pileta se encuentra la zona de cementerio, poco visible desde el Hojo. Y al lado de la pileta verás la «camelia de Wabisuke». Se dice que un hombre llamado Wabisuke trajo esta camelia de la península coreana en el periodo Momoyama.
Dado que la camelia era una flor muy apreciada por Sen no Rikyu, el padre de la ceremonia del té japonesa, no extraña a nadie su posición frente a la casa de té. Una casa de té que es, por cierto, una típica construcción del siglo XVII aunque, desgraciadamente, no está abierta al público.
Paseo de salida.
Después de ver el Hojo y su jardín, el camino te lleva bordeando el estanque hacia la salida. Aquí tienes varios elementos adicionales de interés.
Destacamos la puerta imperial de acceso al Hojo, que fue usada por última vez en 1975 cuando la reina Isabel II de Inglaterra visitó el templo.
Asimismo, también verás el templo Daiju-in y al lado encontrarás el restaurante Saigen-in, especializado en yudofu y en comida vegetariana. Reconocerás el restaurante por su típica cortina noren azul.
En el extremo del complejo se encuentra el osorio Nokotsu-do junto a una pagoda. La pagoda fue construida en agosto de 1970 como cenotafio del 58º monje superior del templo Ryoan-ji, quien luchó en Birmania (ahora Myanmar) durante la Segunda Guerra Mundial.
La pagoda fue construida en memoria de todas las tropas que fallecieron en combate.
Finalmente, el paseo te llevará por las márgenes del estanque Kyoyo hasta la salida, pero por un lado diferente al de la entrada. Desde aquí, disfrutarás de vistas preciosas de la naturaleza que rodea el templo Ryoan-ji.
Restaurante Nanohana. Restaurante Nanohana.
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