miércoles, 20 de agosto de 2025

Monasterio de Sant Pere de Rodes, Rodes.

Castillo de Sant Salvador de Verdera.

En lo alto de la sierra de Rodes, a 670 metros sobre el nivel del mar, se alzan las ruinas del Castillo de Verdera, también conocido como Sant Salvador de Verdera. Este enclave fortificado, situado sobre el municipio de El Port de la Selva, domina con una visión panorámica incomparable el Cap de Creus, el golfo de Roses y, en días despejados, incluso los picos nevados del Canigó en los Pirineos.

Breve historia

El origen del castillo se remonta a la Alta Edad Media, cuando formaba parte del sistema defensivo del condado de Empúries. Su primera mención documental aparece en el año 904, vinculado a donaciones y privilegios relacionados con la nobleza de la época.

En el siglo XI, el castillo quedó bajo la órbita del Monasterio de Sant Pere de Rodes, cuya estratégica cercanía lo convertía en baluarte y, a la vez, en un punto de conflicto recurrente. De hecho, el castillo servía tanto de refugio militar como de símbolo de poder feudal, disputado entre condes, abades y señores locales. Tras la Edad Media, perdió progresivamente su importancia, y con el tiempo fue abandonado, quedando como una ruina pintoresca y evocadora.

Lo cultural y lo simbólico

El Castillo de Verdera encarna la fusión entre lo espiritual y lo militar en el paisaje del Empordà. La fortaleza protegía al monasterio, pero al mismo tiempo imponía sobre él la sombra de la fuerza terrenal. Esa dualidad se percibe aún hoy cuando se visita: el contraste entre la mística románica del monasterio y la áspera solidez de la roca del castillo.

El topónimo Verdera alude al color verde, probablemente por la frondosidad de la sierra en tiempos pasados. Actualmente, el lugar es también un símbolo cultural de la región: poetas, pintores y viajeros románticos encontraron aquí inspiración ante el horizonte marino y pirenaico.

La visita viajera

Llegar al Castillo de Verdera requiere una excursión a pie: el acceso más habitual es desde el Monasterio de Sant Pere de Rodes, ascendiendo por un sendero empinado que serpentea entre encinas y matorral mediterráneo. La caminata dura aproximadamente entre 30 y 45 minutos y culmina con la recompensa de unas vistas que cortan la respiración.

Desde arriba se distingue perfectamente la trama de calas del Cap de Creus, el Port de la Selva, Llançà, Roses, y, hacia el interior, la llanura del Alt Empordà. Es un mirador natural privilegiado y uno de los mejores lugares de la Costa Brava para contemplar el amanecer o el atardecer.

Consejos prácticos

* Llevar calzado cómodo y agua, especialmente en verano.

* Visitar temprano en la mañana o al atardecer para evitar el calor y disfrutar de la mejor luz.

* Combinar la visita con el Monasterio de Sant Pere de Rodes, pieza esencial del románico catalán.

* No olvidar la cámara: las panorámicas son inigualables.

Resumen

El Castillo de Verdera no es solo una ruina medieval, es un balcón cultural e histórico abierto al Mediterráneo. Visitarlo es adentrarse en la memoria feudal del Empordà y, al mismo tiempo, en la esencia del paisaje ampurdanés: agreste, luminoso y cargado de historia.



Ermita de Santa Helena de Rodes.

En la ladera de la sierra de Verdera, a medio camino entre el monasterio de Sant Pere de Rodes y las cumbres que miran al mar, se encuentra el poblado medieval de Santa Creu de Rodes, con los restos de sus casas, su iglesia románica y, algo más arriba, la ermita de Santa Helena. Es un conjunto cargado de historia y simbolismo, donde el visitante puede leer en la piedra la huella de siglos de vida, espiritualidad y abandono.

El poblado medieval de Santa Creu de Rodes

Los orígenes del poblado se remontan a los siglos IX-X, cuando se articulaba en torno a una pequeña iglesia parroquial dedicada a la Santa Cruz. Con el auge del cercano Monasterio de Sant Pere de Rodes, Santa Creu creció como una comunidad campesina que daba soporte al cenobio. Sus habitantes eran sobre todo labradores, artesanos y pequeños siervos vinculados a la vida monástica.

La iglesia de Santa Creu, consagrada en el año 974, es de una sola nave con ábside semicircular y conserva todavía elementos románicos puros. El caserío, hoy en ruinas, se estructura en calles estrechas y casas adosadas de piedra, que ofrecen una idea clara de cómo funcionaba la vida cotidiana en la Alta Edad Media.

Con el paso de los siglos, y especialmente a partir del XV, el poblado entró en declive por las incursiones piratas, la despoblación rural y la pérdida de importancia del monasterio. En el XVII ya estaba prácticamente abandonado, quedando como un conjunto fantasmagórico de ruinas que hoy se pueden recorrer libremente.

La ermita de Santa Helena

Situada un poco más arriba, en un mirador privilegiado, se alza la ermita de Santa Helena de Rodes, erigida probablemente entre los siglos XI y XII. Su advocación a Santa Helena, madre del emperador Constantino y vinculada a la leyenda del hallazgo de la Cruz, enlaza simbólicamente con la cercana iglesia de Santa Creu.

Arquitectónicamente es una iglesia románica de una sola nave, sobria y austera, que destaca más por su emplazamiento que por la ornamentación. Desde allí, el horizonte se abre hacia el Cap de Creus, la bahía de Roses y la llanura del Alt Empordà, convirtiendo la visita en una experiencia a medio camino entre lo histórico y lo contemplativo.

Significado cultural

El conjunto de Santa Creu y Santa Helena es un testimonio vivo del románico rural catalán y de la manera en que los monasterios articulaban el territorio en torno a aldeas y parroquias. El lugar ofrece una imagen nítida de cómo la fe, el trabajo agrícola y las redes de poder feudal estaban entrelazadas en la Edad Media.

La experiencia viajera

Visitar Santa Creu de Rodes es un viaje al pasado medieval en plena naturaleza. El acceso se realiza fácilmente por la carretera que sube al monasterio de Sant Pere de Rodes, con señalización y zonas de aparcamiento. El recorrido a pie entre las ruinas del poblado y la subida hasta Santa Helena dura apenas unos minutos, pero permite al visitante sumergirse en un entorno donde el silencio y el viento del Mediterráneo parecen traer ecos de otra época.

Consejos prácticos

  • Se recomienda combinar la visita con el Monasterio de Sant Pere de Rodes y, para los más aventureros, con la caminata hasta el Castillo de Verdera.
  • La mejor hora: al atardecer, cuando la luz baña de dorado las piedras y el paisaje marino se vuelve aún más espectacular.
  • Es un lugar ideal para quienes buscan historia, románico y paisaje en una sola experiencia.

En resumen

El poblado medieval de Santa Creu de Rodes y la ermita de Santa Helena son un conjunto histórico y cultural de enorme valor, que completan la experiencia de la sierra de Verdera. Aquí se entrelazan las ruinas campesinas, la espiritualidad románica y las vistas infinitas del Empordà, ofreciendo al viajero un rincón donde la historia se siente viva en cada piedra.

Ermita de Santa Helena de Rodes.

Ermita de Santa Helena de Rodes.


Poblado medieval de Santa Creu de Rodes.

Poblado medieval de Santa Creu de Rodes.

Ermita de Santa Helena de Rodes.

Ermita de Santa Helena de Rodes.

Ermita de Santa Helena de Rodes.

Ermita de Santa Helena de Rodes.

Poblado medieval de Santa Creu de Rodes y Ermita de Santa Helena. 

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Historia y orígenes legendarios

La primera referencia documental aparece en el año 878, cuando el lugar era una simple celda monástica vinculada a Sant Esteve de Banyoles.

En torno al año 945, el cenobio alcanzó autonomía bajo el primer abad Hildesind y comenzó su auge como importante centro espiritual.

Desde entonces, adquirió poder y riqueza, especialmente gracias al respaldo de condes de Empúries y bulas papales que lo convirtieron en destino de peregrinaje.

Auge, esplendor y declive

Entre los siglos X y XIV, el monasterio vivió su apogeo: se edificaron la iglesia, claustros y demás dependencias monacales, destacando su monumentalidad arquitectónica.

Sin embargo, a partir del siglo XIV comenzó una progresiva decadencia por estragos como la Peste Negra, conflictos bélicos, saqueos, piratería y bandolerismo.

En 1797-1798, los monjes abandonaron el lugar. Posteriormente, sufrió el expolio sistemático—destaca el robo de la Biblia de Rodes—y fue utilizado como cantera hasta su declaración como Monumento Histórico Artístico en 1930, lo que desencadenó su restauración.

Arquitectura y patrimonio artístico

Arquitectónicamente destaca como un ejemplo excepcional del románico catalán, con influencias carolingias, tardorromanas y prerrománicas.

La iglesia, consagrada en 1022, tiene planta de cruz latina, triple ábside, deambulatorio y bóveda de cañón sobre columna doble con capiteles estilo corintio.

El claustro inferior del siglo XI fue descubierto en 1989 bajo el superior, reconstruido por completo: ambos ofrecen una lección única de la evolución arquitectónica monacal.

El campanario (finales del XI) y la torre defensiva (siglo X) confieren al conjunto un carácter fortificado; ambos alcanzan los 27 metros de altura.

La portalada obra del Maestro de Cabestany en mármol blanco, aunque fragmentaria hoy, sigue siendo ejemplo de la excelencia escultórica medieval.

Otros espacios de interés: la cripta, sala capitular, refectorio, dependencias como la despensa, huertos y la bodega renacentista vinculada al auge de la viticultura local (siglos XVII-XVIII).

En una excavación reciente (1989), se halló un tesoro de 658 monedas de oro y plata fechadas entre los siglos XIV y XVI; hoy se custodia en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC).

Contexto paisajístico y cultural

El monasterio se ubica en un entorno privilegiado, sobre terrazas en la ladera, con vistas panorámicas al Cap de Creus y el mar Mediterráneo, y en un parque natural lleno de referencias medievales (Santa Creu de Rodes, castillo de Verdera).

Formaba parte de una ruta de peregrinaciones que llegaba a Roma o Tierra Santa; además, fue el punto de partida de una variante del Camino de Santiago en tiempo medieval gracias a privilegios papales.

Más allá de lo religioso, era un centro económico y político regional, rayano entre lo espiritual y el poder condal.

Experiencia de visita y guía turística

Hoy en día, es uno de los rincones más visitados del Alt Empordà. Se puede acceder en coche y continuar a pie por caminos que permiten admirar el entorno natural y arquitectónico.

El horario de visita es variable según la temporada:

1 junio – 30 septiembre: de 10:00 a 20:00 h

1 octubre – 31 mayo: de 10:00 a 17:30 h; cierre de taquilla 30 minutos antes.

Tarifas: general 6 €, reducida 4 €; menores de 16 años, desempleados o colectivos específicos, acceden gratis.

Es parte de un conjunto monumental que incluye el castillo de Verdera y el poblado medieval de Santa Creu de Rodes.

Conclusión viajera y cultural

El Monasterio de Sant Pere de Rodes es un fascinante cruce entre arquitectura excepcional, historia de poder espiritual y medieval, y paisaje sobrecogedor. Ver sus naves elevadas, caminar entre los claustros superpuestos, admirar sus torres y rodearte del aire del Cap de Creus es sumergirse en siglos de historia viva. Es una parada imprescindible para amantes del arte románico, la historia catalana y la contemplación del vínculo entre naturaleza y cultura.

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Bodega (Celler)

Siglos XVII-XVIII

Se trata de un edificio de tres plantas que se construyó sobre estructuras más antiguas. Los dos pisos superiores se debieron reservar en almacenes y viviendas de campesinos y criados. Las habitaciones conservadas en la planta baja debían servir de despensa y bodegas. El interior es construido con bóvedas y arcadas que separan los diferentes espacios, en el extremo sur se observa el aprovechamiento arquitectónico de la roca madre de la montaña.

Debemos relacionar la construcción de todo el edificio con el gran momento de expansión del viñedo que vivió el cabo de Creus a partir del siglo XVII.


Celler.

Acceso a la ilgesia.

Atrio o galilea

Siglo XI

El elemento más destacado de la galilea, construida poco después de que la iglesia y en el extremo occidental de ésta, fue la desaparecida portalada de mármol que el taller del maestro de Cabestany esculpió a mediados del siglo XII. La portalada fue expoliada al comienzo del siglo XIX y hoy la mayoría de las piezas se encuentran esparcidas en museos y colecciones de todo el mundo. En el monasterio sólo quedan dos pequeños fragmentos en la parte inferior de la puerta y también se pueden contemplar dos copias de

relieves en el muro de tramontana de la sala.

Al lado de las copias de la portalada, unos restos murales que representan el escudo condal de Empúries recuerdan la función de panteón nobiliario que ejerció la galilea.


Atrio o Galilea.

Iglesia

Siglos X-XI

La datación de la iglesia es todavía hoy un tema de debate entre los historiadores. Una hipótesis sostenida en estudios recientes explica que las obras se podrían haber iniciado a finales del siglo X, por lo que en el año 1022, única fecha de consagración que tenemos, no indicaría que la iglesia fuera terminada, sino que sólo se habría consagrado su cabecera. La terminación del templo se ubicaría hacia mediados del siglo XI. Las dificultades existentes en la datación de la iglesia vienen dadas por la poca documentación existente y la gran originalidad arquitectónica, que la convierte en un edificio único en el mundo medieval.

Nave

Siglos X-XI

Tanto la arquitectura como la decoración de los capiteles de la iglesia de Sant Pere de Rodes muestran una expresa voluntad de recordar construcciones de época romana. La bóveda de cañón de la nave central, de 16 metros de altura, es sostenida por un poderoso sistema de pilares y columnas que se convierte en el elemento más singular de su arquitectura. La decoración de los capiteles de las columnas de la nave es de estilo corintio y la de los arcos formeros es de entrelazos.

Las naves laterales, con bóveda de cuarto de cañón, actúan de contrafuertes para sostener la nave central y sus pasillos desembocan directamente en la girola del ábside principal.

Para comprender la gran obra que significó el templo de Rodas hay que tener en cuenta que se construyó en una pendiente de la montaña y que se rebajó la peña en el sector sur de la iglesia, mientras que en el norte se llenó un desnivel de hasta 4 metros para poder equilibrar el edificio y la nave central.

Iglesia (Nave central).




Cripta

Siglos X-XI

El espacio estaba relacionado con el culto a las reliquias.

La planta anular recuerda un deambulatorio y la situación, bajo el presbiterio, favorecía la consideración de lugar sagrado. Arquitectónicamente, la cripta fue una construcción necesaria para salvar el desnivel del terreno y poder construir el ábside de la iglesia. En el muro occidental, quizás el único resto conservado de la iglesia anterior a la actual, encontramos una columna adosada con forma de palmera que consigue sostener el techo del espacio y también el peso de todas las estructuras superiores.


Claustro inferior

Siglo XI

Se trata de un claustro muy primitivo, que se descubrió en las excavaciones de 1989. El espacio tenía cuatro galerías porticadas en torno a un patio trapezoidal.

Al llegar el siglo XII, el esplendor y la prosperidad del monasterio hicieron que este claustro se considerase insuficiente y se decidiera construir uno mayor.

La topografía del sitio dificultaba la ampliación del espacio, por lo que se decidió enterrar el claustro por para poder hacer uno nuevo en el piso superior.

La galería de poniente fue destruida siglos después para hacer una cisterna y la galería de levante es la única que conserva la bóveda de cañón original. Se le conservan algunos restos de pintura mural, entre los que las más destacadas son la imagen de un león y una escena del calvario.

Claustro inferior.

Claustro superior

Siglo XII

El claustro, que formó parte de las importantes obras de ampliación del monasterio en el siglo XII, actualmente se encuentra prácticamente reconstruido.

Casi no queda nada original porque los capiteles y las columnas fueron expoliados, con el consiguiente derribo de los muros de las galerías. Durante en el siglo XX se hicieron dos intervenciones de reconstrucción y, siguiendo el criterio de querer imitar la obra original, las bandas sur y este fueron reconstruidas el 1973, mientras que las dos galerías restantes se van rehacer el año 1997 utilizando materiales distintos a los originales.

Podemos considerar el claustro como el corazón del monasterio benedictino. Entre otras funciones, era un sitio para leer, escribir, meditar, jugar, pero sobre todo actuaba como distribuidor de las estancias que utilizaban a los monjes en la vida cotidiana.

Claustro superior.

Refectorio

Siglo XII

Era la sala destinada a comedor comunitario, ubicada al lado sur del claustro. Se accede por una puerta con dintel y tímpano, sobre el que destaca un óculo.

El interior de la sala del refectorio está cubierto por una vuelta apuntada y rodeado de ventanas de vertiente interior. El espacio era compartido con la cocina, situada en sector de poniente, donde había una puerta, hoy tapiada, que comunicaba con los huertos. Las dimensiones del espacio del comedor demuestran que la comunidad de Sant Pere de Rodes apenas superó la veintena de monjes.

En el fondo de la misma galería del claustro hay una fuente que serviría a los monjes para lavarse las manos antes de comer. Al lado de la fuente, en la fachada de la portería, se pueden ver hiladas de opus spicatum u obra en espiga, construcción característica de los siglos X y XI.

Refectorio.

Refectorio.

Plaza

Siglo XII

Gracias a las excavaciones que se realizaron durante el período 1989-1991, se descubrió que hasta el siglo XII éste había sido un espacio de entierros privilegiados y que el acceso al interior del monasterio es hacía desde la galilea, tal y como se puede ver bajo la cubierta de cristal que hay en la base del campanario.

A partir del siglo XII, con la construcción del nuevo claustro, se modificó el acceso al monasterio. Se abrió la entrada que hoy comunica con la portería y se cubrió el espacio funerario para convertirlo en la explanada que podemos ver en la actualidad.

Plaza.

Plaza.

Torre

Siglos XII-XIII

La torre tenía una función defensiva: no disponía de puerta de entrada a la planta baja y se accedía a través de las aberturas del primer piso. Una vez dentro, la comunicación entre las tres plantas de la torre se hacía a través de trampillas como la que se puede ver en el techo de la planta baja. En lo alto del edificio restan los matacanes que sostenían un balcón de madera desde donde los monjes y otros refugiados podían defenderse y observarse sin peligro cuando el monasterio era saqueado.

Torre.



Sobreclaustro.

Sobreclaustro

Siglos XVII-XVIII

Ya desde el final de la edad media, los monjes fueron dejando de hacer vida comunitaria según la regla de san Benito, hasta el punto de que en el siglo XVIII cada monje tenía una casa propia en esa zona del sobreclaustro. En las diferentes dependencias conservadas se pueden ver vestigios de ventanas, balcones y chimeneas. En dirección opuesta a la de la torre de defensa hay un mirador que ofrece una espectacular vista de la costa norte del cabo de Creus, del castillo de Sant Salvador y de la zona de los antiguos huertos del monasterio.







Poblado medieval de Santa Creu de Rodes.

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