Museo judío de Praga – Viejo cementerio judío (Starý židovský hřbitov)
Surgió en la primera mitad del siglo XV, y fue utilizado como cementerio hasta 1787. La personalidad más importante enterrada en él es, sin duda, el gran erudito y pedagogo, rabí Jehuda Liwa ben Becalel, conocido como rabi Löw (murió en 1609), con quien se relaciona la leyenda de la creación de un ser artificial, el gólem.
Historia del edificio
Se trata del tercer cementerio judío conocido en el territorio de Praga. El cementerio judío más antiguo de la ciudad se encontraba probablemente en el sitio de la actual calle Míšeňská (algunos autores lo ubican en la zona de Újezd). El segundo cementerio judío medieval (llamado El Jardín Judío) estaba situado en el territorio del posterior barrio de Nové Město en el Camino de Visegrado. Esta zona se utilizaba para entierros al parecer desde el siglo XIII hasta el año 1478 cuando Vladislav II, presionado por los habitantes de Nové Město, mandó a clausurar el cementerio. Durante la construcción del edificio de Měšťanská beseda en la calle Vladislavova en 1866 se encontraron fragmentos de lápidas con fechas de la segunda mitad del siglo XIV, los cuales fueron trasladados al Viejo Cementerio Judío.
El Viejo Cementerio Judío fue fundado probablemente a fines del siglo XIV y principios del XV. La lápida más antigua conservada data del año 1439. El cementerio fue ampliado varias veces a través de adquisiciones de terrenos adyacentes. Se sepultaba en él hasta el año 1787 cuando por edicto de José II quedó prohibido el uso de cementerios dentro de zonas habitadas. El principal cementerio judío se trasladó entonces al antiguo cementerio de la peste en Žižkov. Durante la regeneración urbana del barrio de Josefov la Comunidad Judía fue obligada en el año 1903 a ceder una parte del cementerio para la construcción de un camino nuevo (la actual calle 17 de Septiembre). Los restos exhumados fueron enterrados en otra parte del cementerio, en el cerro Nefel frente a la Sinagoga Klausen donde se enterraban, a partir del principio del siglo XVIII, niños menores de un mes. La Sociedad Funeraria aprovechó la regeneración para hacer construir una nueva sala de ceremonias en estilo neo-románico según el diseño del arquitecto J. Gerstl, que se usaba para este fin sólo hasta el principio de los años 20.
El Viejo Cementerio Judío comprende unas 12 000 lápidas, no obstante el número de fallecidos que fueron enterrados en él es mucho más grande. Muchas lápidas quedaron cubiertas por capas superiores mientras otras, sobre todo las de madera, se desintegraron con el tiempo. Puesto que la costumbre religiosa impide a los judíos a desmontar sepulturas antiguas y el terreno no alcanzaba para cubrir la necesidad, se han sobrepuesto numerosas capas de tierra nueva y las lápidas existentes solían subirse a subsiguientes niveles, así que con el tiempo se han formado probablemente hasta 12 niveles uno sobre otro, resultando a menudo en el característico amontonamiento de lápidas de piedra de diferentes siglos lado a lado. Durante siglos el cementerio fue administrado por la Sociedad Funeraria de Praga, la cual inició también el estudio sistemático de las inscripciones sepulcrales.
A fines del siglo XVI y principios del XVII las lápidas, que antes eran simples, empiezan a lucir símbolos en relieve y emblemas de familias, nombres, estados y profesiones. En la época barroca aparece con frecuencia una especie de tumba rectangular (casita). Praga es el único lugar en Europa donde se han conservado tantas. Uno de los sarcófagos renacentista–barrocos cubre el sepulcro del filósofo más ilustre del gueto praguense y rector de la escuela de Talmud, el rabino Jehuda Löw. Aquí es donde se encuentra también la tumba Renacentista del mecenas del gueto praguense y alcalde de la Ciudad Judía de Praga, Mordejai Maisel. Muchas lápidas lucen símbolos arraigados en la tradición judía como el racimo de uva (símbolo de fertilidad y sabiduría), alcancía (símbolo de beneficencia) o la estrella de David de seis puntas. Los símbolos que servían para indicar el origen o linaje de la persona incluyen manos que bendicen (descendientes de los sacerdotes del templo), vasija y fuente o instrumentos musicales (descendientes de los levitas, servidores del santuario) y también símbolos de animales por nombres personales o de familia (león, lobo, ganso, gallo, etc.) o instrumentos en relieve para indicar la profesión (mortero – boticario, tijera – sastre, violín – músico, etc.). Los epitafios, además de proporcionar datos básicos, suelen contener una variedad de elogios y otros datos interesantes sobre el difunto. La fecha de fallecimiento o enterramiento a veces adquiere la forma de cronograma (letras hebreas tienen valor numérico de acuerdo a su posición en el alfabeto) de era judía que empieza a contar 3760 años antes de nuestra era.
En el cementerio hay arces, fresnos, acacias blancas y arbustos de saúco.
El Viejo Cementerio Judío fue declarado patrimonio cultural nacional en el año 1995.
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