Es uno de los circos mejor conservados
del Imperio y, también, uno de los más grandiosos. Sus dimensiones lo
certifican, cuatrocientos tres metros de largo por noventa y seis y
medio de anchura, al igual que su cabida, que pudo ser de hasta treinta
mil espectadores. Edificado en tiempo de la dinastía Julio-Claudia tuvo
varias ampliaciones y restauraciones, siendo la última constatada del
siglo IV d.C. Lo que demuestra que este espectáculo aún tenía una masa
ferviente entre los habitantes de la ciudad y sus alrededores en un
momento tan tardío.
Se construyó fuera de las murallas de la
ciudad, junto a la calzada a Toledo y Córdoba, aprovechando la suave
pendiente que el cerro de San Albín presenta antes de llegar a orillas
del Albarregas. Forma un valle artificial drenado por atarjeas que, en
la antigüedad, evitaban que éste se inundase.
Su planta es la de
un rectángulo uno de cuyos extremos, el sudoriental, concluye en
semicírculo. En el se ubicaba la puerta por la que salían los aurigas
vencedores (porta pompae). El extremo noroccidental, el más cercano al
centro de interpretación de este monumento, era rectilíneo, con los
ángulos redondeados. En él se ubicaban las jaulas de salida de los
carros (carceres).
Los lados longitudinales estaban ocupados por
las gradas, que debieron de estructurarse de igual manera que las del
Teatro. Un podio separaba a éstas de la arena. En el eje de uno de esos
lados se ubicaba la tribuna, desde donde disfrutaba del espectáculo su
patrocinador; en el mismo sitio, pero en lado opuesto, se encontraba la
tribuna de los jueces.
La arena estaba longitudinalmente
recorrida en su centro por un muro sobreelevado, la spina. Los grandes
huecos que podemos observar nos recuerdan que la spina del circo
emeritense estuvo decorada con obeliscos y estatuas colosales.
domingo, 31 de octubre de 2021
Circo Romano. Mérida. Badajoz. Extremadura.
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