Todo el perímetro de esta extensa alcazaba estaba rodeado por un gran foso, salvo el lateral que da al Guadiana. A tramos se van distribuyendo 25 torres macizas embutidas en la propia muralla. Las torres albarranas, es decir, que se alzan separadas del cuerpo principal de la fortaleza, se erigieron con posterioridad por la Orden de Santiago.
Sus muros, de 2,70 metros de anchura, nos muestran unos paramentos hechos a base de sillares y otros materiales reutilizados de épocas precedentes. El núcleo de estos muros es de cascajo, tierra y piezas de granito.
Accedemos a este conjunto a través de una brecha, antaño ocupada por un lienzo de muralla con una puerta de acceso y sendas torres flanqueándola. Era el cierre de un fortín de planta cuadrada en cuyo lienzo oriental se abre la puerta que da acceso a la ciudad y en el meridional la puerta de ingreso al recinto de la alcazaba. Sobre esta puerta se puede ver una réplica de la inscripción cúfica en la que consta la fecha de conclusión de este recinto.
En el patio de este fortín podemos ver restos arqueológicos de época romana: la calzada principal de la ciudad así como los cimientos de la muralla y de una puerta monumental con dos vanos y dos torres. Por cierto, se trata de la puerta que, desde hace siglos, es el blasón de esta ciudad en base a las representaciónes que, de ésta, se hicieron en algunas emisiones monetales de Augusta Emerita.
En el interior destaca la presencia de un aljibe, ejemplar único de la arqueología peninsular, ejecutado con piezas de arquitectura decorativa romanas y visigodas. Sobre éste se ubicó una mezquita, de la que se conserva su planta, luego convertida en iglesia. No se conserva el que fuera tercer piso de este conjunto, en el que quizá se ubicara una torre de señales.
Otras áreas excavadas de la fortaleza nos muestran restos previos a su construcción: un tramo perfectamente conservado de una calle romana, la misma que se prolonga en la Zona Arqueológica de Morerías. A esta calle da una vivienda romana urbana en la que se aprecian múltiples reformas. Por último, podemos ver un tramo de la muralla romana fundacional, a la que, como en el caso de la Zona Arqueológica de Morerías, se adosa un potente refuerzo de piezas de granito reutilizadas, refuerzo que parece obra ya del siglo V d.C.
TORRE DEL ALJIBE.
Este edificio se construyó en el siglo IX, al mismo tiempo que la Alcazaba. Para construir este edificio, los musulmanes reutilizaron materiales de otras épocas.
Su origen fue una torre con tres plantas que cumplía funciones tanto militares como religiosas. En ese momento fue torre de comunicaciones, mezquita y, en su sótano, albergaba un aljibe para recoger agua. Su ubicación en esta zona permitía que el agua del río se filtrase bajo el dique romano, a través de las gravas del fondo, para acabar almacenada en una cisterna.
Hoy conservamos la planta baja, un gran vestíbulo que da acceso al aljibe subterráneo.
A través de este gran vestíbulo, con dos puertas opuestas y una escalera doble, se accedía a un aljibe donde las tropas se abastecían de agua. Para ello, utilizaban animales de carga, según se deduce de la forma de los escalones dispuestos casi en rampa.
Las excavaciones más recientes pusieron al descubierto una escalera de época andalusí. Por ella se realizaba el acceso, de forma lateral, a los pisos superiores de la torre. Varios documentos del siglo XIV refieren la existencia de una mezquita en este lugar. Su existencia se confirma en grabados como el del escritor Laborde, del siglo XVI.
En la planta intermedia fue donde se ubicó una mezquita para cumplir los preceptos religiosos.
En el exterior de la torre encontramos una concha de mármol colocada en un saliente del muro. Así se recordaba a los fieles musulmanes la obligación de rezar orientados hacia la Meca.
Destacan las pilastras de mármol decoradas con motivos vegetales que, posiblemente, pertenecieron a un hospital de época visigoda.
El piso superior del edificio sirvió como torre de comunicaciones con otros recintos militares.
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