sábado, 17 de noviembre de 2018

Viscri. Rumanía.







Es un pueblo congelado, literalmente, en el tiempo. De ahí radica su encanto.

Uno se empieza a dar cuenta de ello cuando deja la carretera principal y coge el camino a Viscri. Un camino bastante irregular y donde el paisaje está compuesto por bellas colinas, prados de un verde intenso y tierras labradas.

Pero antes, un poco de historia. Viscri es una aldea sajona que cuenta con una iglesia fortificada declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los pueblos székely y sajones de Transilvania nacieron durante los siglos XI-XIII. Los reyes de Hungría instalaron colonos alemanes en la región en el siglo XIII. Estos, llamados sajones por los monarcas húngaros, contaban con condiciones ventajosas para su instalación y conservaron sus costumbres. Estaban situados en una región donde la amenaza de las invasiones otomanas y tártaras era constante. Para defenderse, construyeron fortificaciones de diferente importancia. Las ciudades más importantes se fortificaron completamente y las comunidades más pequeñas, como es el caso de Viscri, crearon fortificaciones en torno a su iglesia, a la cual añadieron torres defensivas y almacenes que les permitieran conservar sus bienes.

Las casas son de arquitectura sajona y cada una de un color distinto.

Lo más común es ver a la gente, familias enteras, transportarse en carros tirados por caballos.

Fuente: https://viajarportransilvania.com/2016/11/14/viscri/

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