Monumento a los caídos de la Revolución.
Situada justo al norte del barrio
antiguo, la Piața Revoluției es el verdadero punto neurálgico de la ciudad,
cerca de los museos y edificios más emblemáticos. De forma irregular, fue
urbanizada en los años treinta del siglo XX delante del Palacio Real, ahora
sede del Museo Nacional de Arte.
Entrando en la plaza desde el sur, el
primer edificio que destaca (en el flanco este de la plaza) es el palacio del
Senado de la República, antigua sede del Comité Central del Partido Comunista,
construido en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y hoy edificio
administrativo gubernamental que destaca por su aspecto recio, ajeno al estilo
de la Calea Victoriei. Aquí realizó Ceausescu el famoso discurso
antimilitarista en el que se oponía a la entrada de tropas soviéticas en
Checoslovaquia en 1968, convirtiendo así a Rumanía en el único país tras el
telón de acero sin tropas militares del Pacto de Varsovia. Pero se hizo aún más
famoso por ser también aquí, en los balcones que dan a la plaza, donde el
dictador realizó su último discurso el 22 de diciembre de 1989, escuchando
atónito los gritos de las masas contra él y su régimen estalinista. Desde allí
el matrimonio Ceausescu huyó de la multitud enfurecida en su helicóptero
blanco, para ser capturados en Târgoviste unas horas más tarde. Un escultura
triangular que se encuentra delante del Senado es el monumento a los caídos de
la Revolución y un poco más adelante se encuentra el que fue el edificio
central de la temible Securitate. El
edificio, un palacete que originalmente fue inofensiva sede de una editorial,
quedó parcialmente destruido durante los acontecimientos de diciembre de 1989,
aunque ya ha sido restaurado y coronado con una gran estructura de vidrio.
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