Sinaia se encuentra situada a 47 km de Brasov y 122 km de
Bucarest por lo que es elegido por muchos bucarestinos para pasar cortas
vacaciones y practicar deportes de invierno. Los montes Bucegi no son menos
atractivos en verano, pues las posibilidades de senderismo de distinta duración
y dificultad son abundantes y el entorno natural es impresionante, repleto de
vida salvaje.
Administrativamente pertenece a la
región de Valaquia, aunque lo cierto es que está más ligada culturalmente a
Transilvania.
La localidad debe su existencia al monasterio de Sinaia, obra promovida
por Mihai Cantacuzino, impresionado tras su peregrinación al monte Sinaí a
finales del siglo XVII. El conjunto está formado por edificios de distintas
épocas, pues en el siglo XIX, debido al gran número de monjes que albergaba,
hubo de ser ampliado y fue el primer lugar de culto del país en contar con
iluminación eléctrica. La construcción fortificada del monasterio atrajo a una
mayor población, pero se mantuvo como una tranquila localidad entregada a la
vida rural, a pesar de convertirse en importante núcleo de comunicaciones entre
Valaquia y Transilvania. De esta época es la iglesia grande, Biserica Mare, dedicada a los santos
Pedro y Pablo. Presenta un pórtico en un llamativo estilo brancovino y recorre
su fachada el conocido motivo del cordón o brau realizado en cerámica verde y
amarilla. En el interior se pueden admirar algunos interesantes frescos
neobizantinos así como diverso mobiliario litúrgico en maderas nobles.
Junto a la iglesia se sitúa el museo del
monasterio. Alberga una colección de objetos litúrgicos de gran valor, como la
primera Biblia traducida al rumano e impresa en Bucarest en 1688.
Uno de los edificios del complejo, el Economat es desde hace años un hotel
anticuado pero con un gran encanto. Sin duda, estar albergado en medio del
complejo palaciego y rodeado por la noche de los Cárpatos es realmente
inolvidable. Además, el hotel no es muy caro y el restaurante apetecible.
En 1866, el rey Carol I eligió el lugar
personalmente para construir un palacio que fuese residencia de verano y que
favoreciese los problemas repiratorios de su frágil hija. Junto al castillo de Peles – que es como se
llama-, en los alrededores, se construyeron también un elegante balneario, y
varios hoteles de lujo, como el Palace de 1911, y un casino.
El Castillo
Peles se encuentra situado en un jardín organizado al modo pintoresco de
los paisajes ingleses. Fue construido por orden del rey Carol I y costeado
íntegramente por el soberano.
El aspecto exterior del edificio es
similar al de un chalet suizo inspirado por la arquitectura renacentista
bávara, un estilo muy común en este tipo de edificaciones del siglo XIX, ajenas
a los progresos de la nueva arquitectura del hierro y el cristal. Abundan los
elementos clásicos en las galerías columnadas o de madera tallada y en la
monumental portada, realzada por una torre.
El abigarrado interior es un muestrario
de las más ricas labores artesanales europeas, destacando el fino trabajo de la
madera que, en forma de delicados paneles de taracea, recubre gran parte de las
estancias del castillo. También hay que destacar el rico mobiliario con el que
se decoraron estos amientes, en su mayoría piezas del siglo XV de un alto nivel
artístico. Otro de los elementos decorativos de mayor belleza del castillo son
las vidrieras, añadidas entre 1883 y 1914.
En su testamento de 1914, el monarca
dispuso que el palacio debía convertirse en un museo. Su sucesor, Ferdinand I,
mandó construir otro palacio, el Castillo
Pelisor, que también fue convertido, junto con el resto de edificios
cortesanos en hoteles, casas de vacaciones y museo en 1947, como parte de la
nacionalización del patrimonio real.
Economat.
Castillo de Peles.
Castillo Pelisor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario