En 1866, el rey Carol I eligió el lugar
personalmente para construir un palacio que fuese residencia de verano y que
favoreciese los problemas repiratorios de su frágil hija. Junto al castillo de Peles – que es como se
llama-, en los alrededores, se construyeron también un elegante balneario, y
varios hoteles de lujo, como el Palace de 1911, y un casino.
En su testamento de 1914, el monarca
dispuso que el palacio debía convertirse en un museo.
Su sucesor, Ferdinand I, mandó construir
otro palacio, el Castillo Pelisor,
que también fue convertido, junto con el resto de edificios cortesanos en
hoteles, casas de vacaciones y museo en 1947, como parte de la nacionalización
del patrimonio real.
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