Chrysler
Building.
Walter P. Chrysler inició su carrera en un taller de la Union
Pacific Railroad, pero su pasión por los automóviles le llevó rápidamente a la
cumbre de esta industria; en el año 1925 fundó la corporación que lleva su
nombre. Su sede en Nueva York simboliza la edad de oro del automóvil y, por
expreso deseo del magnate, la aguja art
déco en acero inoxidable representa el radiador de un coche. Los sucesivos
retranqueos se adornan con tapones de radiador alados, ruedas y elegantes
vehículos. Se pueden contemplar gárgolas basadas en las capotas de los modelos
del Chrysler Plymouth de 1929.
Aunque perdió el título de edificio más alto del mundo (a
favor del Empire State) poco después de ser concluido, en 1930, esta torre de
77 pisos proyectada por el arquitecto William Van Alen sigue siendo famosa y
querida.
La aguja que remata el edificio fue un secreto hasta el
último momento y se izó a través del techo, haciendo que el rascacielos de
Chrysler superara en altura al de su gran rival, H. Craig Severance, que
acababa de terminar el elevado edificio del Banco de Manhattan.
El neoyorquino Van Alen obtuvo una pobre recompensa por su
obra. Chrysler le acusó de aceptar sobornos de los constructores y se negó a
pagarle. Como consecuencia de ello, la carrera de Van Alen se truncó. El
asombroso vestíbulo, anteriormente utilizado como salón de muestras de los
automóviles Chrysler, fue perfectamente restaurado en el año 1978. Está
lujosamente decorado con mármoles y granito, procedentes de diversas partes del
mundo, sostenido por bandas de acero cromado. El enorme techo contiene escenas
de los medios de transporte de la década de 1920, pintados por el artista
Edward Trumball.
Aunque la Chrysler nunca lo utilizó como sede, su nombre
perdura tan firmemente como las gárgolas que lo adornan.
Fuente: Nueva York. Guías Visuales El País – Aguilar.
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