Monasterio
de Piedra.
En 1186 Alfonso II de Aragón y su
esposa, Sancha de Castilla, donaron el Castillo de Piedra a los monjes
cistercienses de Poblet con el objeto de fundar una nueva abadía.
En 1195 el monarca ratificó la donación dándoles
la jurisdicción completa sobre tales dominios. El I abad fue Graufredo de
Tocaberti.
En 1203 comenzaron las obras de
construcción del claustro y la iglesia y, en 1218, los edificios fueron
ocupados por los monjes que, hasta entonces, habían vivido en un monasterio
provisional, llamado Piedra Vieja, construido en adobe y madera.
Santa María de Piedra fue un Real
Patronato desde su fundación, en 1195, hasta su desamortización, en 1835, A lo
largo de sus 640 años de historia tuvo 112 abades.
Claustro.
El claustro se sitúa al sur de la
iglesia abacial para aprovechar mejor la luz del Sol.
Tiene planta rectangular, en torno a la
cual se articulaban las dependencias donde vivían los monjes. Sus galerías se
cubren con 30 bóvedas de crucería. Tiene 26 arcos apuntados abiertos al jardín
y una fuente central.
Los cistercienses usaban el claustro
como lugar de meditación y lectura.
San Bernardo recomendaba que las abadías
estuvieran desornamentadas para evitar que los monjes se distrajeran de sus
obligaciones. Por esta razón, capiteles y claves se decoraron con temas
vegetales que simbolizan la floración del alma en presencia de Dios.
El claustro bajo se construyó en piedra
caliza durante los siglos XII y XIII y el alto en ladrillo durante el XV.
Claustro.
Sala
Capitular
La sala capitular era la habitación
donde se reunían el abad y los monjes, una vez al día, para leer y comentar la
Regla de San Benito y tomar decisiones relativas al gobierno del Monasterio.
Se construyó en el siglo XIII. La
portada, abierta al claustro, es tripartida y está concebida a la manera de un
monumental arco de triunfo.
El interior es un espacio muy diáfano,
de planta cuadrada, dividido en nueve tramos abovedados en crucería simple,
soportados por columnas embutidas en el muro (cul de lampe) y cuatro pilares de
sección octogonal con medias columnas en los frentes. Algunos han conservado
restos de policromía del XV.
El suelo de la sala capitular se
reservaba para enterrar a los abades.
Sala Capitular.
Sala Capitular.
Sala Capitular.
Sala Capitular.
Sala Capitular.
Altar
de San Benito y Puerta de Santa María
La puerta de Santa María permitía a los
monjes acceder desde el claustro a la iglesia abacial. Era un espacio reservado
al conocimiento, puesto que aquí se ubicaba el armarium, una alacena usada como biblioteca, y el banco corrido,
utilizado como lugar de lectura.
Durante los siglos XIII y XIV, algunas
familias nobles, protectoras de Piedra, eligieron fijar su sepultura familiar
en esta parte del claustro. Entre ellos están los Azagra de Albarracín, los
señores de Molina y algunos nobrles de Calatayud y Daroca.
En el siglo XVIII se transformó este espacio
para acoger un retablo de estilo barroco decorativo, en yeso policromado,
dedicado a San Benito, Santa Escolástica, Santa Gertrudis y la Asunción de la
Virgen.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
La
iglesia abacial.
La iglesia de Santa María de Piedra es
de estilo gótico. Se construyó entre 1262 y 1350. La planta se ajusta al modelo
de templo de ritos mayores y ala tipo hispano-languedociano: tres naves, cinco
ábsides, pilares cruciformes en la cabera y octogonales en las naves. Se cubrió
con bóvedas de crucería. Tiene nervio de ligazón central, detalle que lo
relaciona con la escuela burgalesa. A finales del siglo XIV se hicieron las
celosías mudéjares que se conservan aún en algunas ventanas.
En 1502 los Condes de Ariza fundaron su
panteón familiar en la Capilla Mayor. En 1650 el Venerable Palafox mandó
construir la cripta bajo el ábside central.
Entre 1684-1701 se construyó en el
extremo norte del crucero la capilla barroca de San Inocencio Mártir. En el
siglo XVIII se remodeló el edificio enmascarándolo de yesos que, al caerse, han
dejado visible el edificio del siglo XIII.
Iglesia abacial.
Iglesia abacial.
Cripta bajo el ábside central.
Capilla
de San Inocencio.
Es en 1690 cuando Jaime Palafox Cardona,
Arzobispo de Sevilla, regala a Piedra el cuerpo de San Inocencio, mártir de las
catacumbas y se construye esta capilla, magnífica obra de yesería del barroco,
en el crucero de la Iglesia. Su portada ha sido restaurada en 2017.
Capilla de San Inocencio.
Capilla de San Inocencio.
Capilla de San Inocencio.
Refectorio.
El refectorio era el comedor de la
abadía. Fue construido hacia 1250 y tiene planta rectangular.
En 1413, el Papa Luna, Benedicto XIII,
donó 1000 florines de oro para hacer sus tres bóvedas de crucería, cada una de
las cuales tiene seis nervios y clave única.
Las ventanas en arco de medio punto
corresponden a la fase constructiva del siglo XIII, las ventanas en arco
apuntado, al pleno gótico del siglo XIV.
Los monjes cistercienses comían dos
veces al día: un almuerzo y una cena. Debían hacerlo en silencio, mientras
escuchaban una lectura que se realizaba desde el púlpito. Las mesas se
disponían formando una U, de modo tal que el abad les presidía y era más cómodo
el servicio de alimentos y bebidas desde la cocina.
Refectorio.
Calefactorio.
El calefactorio era la única habitación
del monasterio dotada con un sistema de calefacción por glorias de aire
caliente bajo el suelo.
Era aquí donde los monjes pasaban el
invierno y donde se rasuraban el pelo.
Fue construido en el siglo XIII y tiene
planta cuadrada.
En el siglo XV se aprovechó esta
habitación para ubicar en ella una escalera de la que aún pueden verse algunos
testigos en la pared.
En el siglo XVI se eliminó la escalera y
se colocó una columna renacentista de orden corintio en el centro, con el
objeto de dar mayor solidez al suelo de la habitación situada en la segunda
planta, donde estuvo, a partir de entonces, el archivo y la biblioteca.
Calefactorio.
Fachada
de la iglesia abacial.
En 1262, se inicia la construcción de la
iglesia abacial, que se verá ampliada en diversas fases hasta el siglo XVII. En
el siglo XIX se vino abajo la nave central. El saqueo, incendio y la furia
iconoclasta en los años que mediaron entre la secularización y la propiedad
privada completaron la destrucción.
Sobre la puerta occidental se sitúa el
rosetón, protegido por un arco de descarga de medio punto, dividido en siete
círculos que simbolizan los siete dones del Espíritu Santo.
Fachada de la iglesia abacial.
Fachada de la iglesia abacial.
Puerta
del Palacio abacial (antigua hospedería).
Destacan las columnas de estilo gótico
adosadas al muro contrastando con el resto del conjunto arquitectónico
claramente posterior.
Puerta del Palacio abacial.
Puerta del Palacio abacial.
HOTEL & SPA
MONASTERIO DE PIEDRA
El Hotel, habilitado dentro del antiguo
Monasterio Cisterciense del siglo XIII, está declarado Bien de Interés Cultural
en la categoría de Monumento. Sus impresionantes instalaciones te trasladan a
tiempos lejanos: el claustro del siglo XIII, los pasillos abovedados, la
escalinata renacentista, la sala de «La Biblioteca», el Spa. Todos de una
belleza tan espectacular, que harán que vivas una experiencia única.
Ubicado en el claustro nuevo, edificado
en el siglo XVII junto al antiguo claustro, tiene capacidad para 140 huéspedes
y cuenta con 62 habitaciones que ocupan las antiguas celdas de los monjes.
Ofrece además una piscina al aire libre y zona de spa, restaurantes, varios
salones de descanso, bares y salas para celebrar reuniones. Asimismo, próximas
al hotel se han acondicionado amplias zonas ajardinadas y arboladas,
aparcamientos, terrazas y espacios de paseo y descanso.
Escalera monumental.
Escalera monumental.
Escalera monumental.
El Granero
Lugar ideal para pasar la tarde, “El
Granero”, llamado así por ser el antiguo granero de los monjes, dispone de dos
plantas y del bello jardín conocido como el Rincón del Poeta. Actualmente
convertido en Bar-Cafetería con una sala de descanso y de juegos.
El Granero.
HISTORIA
DEL MONASTERIO
El Monasterio se construye en la
transición del Románico al Gótico.
Los monjes vivieron en este Monasterio
algo más de 600 años.
La fundación del Monasterio de Piedra se
relaciona con un doble marco histórico: Es parte del fenómeno de las
repoblaciones de la segunda mitad del siglo XII y también es un brillante
capítulo de la expansión de los cistercienses por la Península Ibérica. En
1186, Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla, donaron a los
monjes de Poblet el Castillo de Piedra (castrum Petrae) con el objeto de fundar
allí un monasterio cisterciense. Entre 1186 y 1194 los monjes de Poblet
realizaron los preparativos necesarios y, el 10 de mayo de 1194, bendecidos por
el abad Pedro Masanet, que gobernó Poblet entre 1190 y 1196, salieron del
monasterio catalán 12 monjes, a la cabeza de los cuales se encontraba Gaufrido
de Rocaberti, I Abad de Piedra. Gaufrido debió ser hijo del vizconde Jofre,
hermano del vizconde Dalmau, pariente del arzobispo de Tarragona, Ramón de
Rocaberti, del obispo de Zaragoza, Rodrigo Rocaberti y del obispo de Gerona,
Pere Rocaberti. Sus poderosos parientes dieron protección e impulso a la nueva
fundación.
La intención inicial del I Abad era
establecer una comunidad filial de Poblet en algún lugar no predeterminado de
los territorios meridionales del Reino de Aragón. Hubo tres ubicaciones
diferentes antes de encontrar el emplazamiento definitivo. A finales de 1194,
se instalaron en Santa María de Cilleruelos, muy cerca de Peralejos (Teruel).
Allí empezaron a construir un monasterio, que abandonaron y transformaron en un
priorato, manteniéndolo en uso hasta 1835. De él aún pueden visitarse en la actualidad
una ermita y escasos restos materiales de sus dependencias priorales.
A
caballo entre dos estilos: del Románico al Gótico
La construcción del monasterio se
realiza en los años de transición del Románico al Gótico. El característico
estilo arquitectónico de la Orden está presente en el monasterio: Gótico
Cisterciense, arquitectura sobria, austera, sencilla y luminosa.
En mayo de 1195, Alfonso II ratificó la
donación de Piedra a los monjes cistercienses otorgándoles el dominio y
jurisdicción completa sobre estos territorios: el mero y mixto imperio, con la
jurisdicción civil y criminal, ejercida en nombre del rey. El pergamino con la
donación se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid) y en él se
recoge la obligación de los monjes a rezar una misa anual por el alma del
monarca y de sus parientes.
Entre 1195 y 1203 se documenta un
problema relacionado con la patrimonialidad de Piedra, que explica la
construcción y abandono del tercer monasterio, llamado de Piedra Vieja. En la
orilla derecha del río Piedra existía un castillo que, en algún momento de la
década de 1120, fue donado a la familia Malavella. En 1200, Juan de Malavella
renunció a los derechos sucesorios que le podían corresponder sobre el castillo
de Piedra. A partir de entonces, los monjes cistercienses quedaron como únicos
dueños del coto redondo del señorío, unos 30 km2, repartidos entre los actuales
términos de Nuévalos, Ibdes y Monterde.
Los monjes se establecieron en la orilla
izquierda del río Piedra en un monasterio provisional, llamado de Piedra Vieja,
construido en madera y adobe. El Monasterio de Piedra Nueva fue la cuarta y
definitiva ubicación de la Abadía. Los edificios empezaron a construirse en
1203. En 1218 las obras estaban suficientemente avanzadas como para que los
monjes pudieran ocupar los edificios. El 16 de diciembre de 1218, se hizo la
ceremonia de traslación de la comunidad desde Piedra Vieja a Piedra Nueva. La
consagración de la Iglesia Abacial fue presidida por el IV Abad de Piedra,
Jimeno Martín, por el arzobispo de Tarragona, Asprago de la Barca, que actuó en
nombre de Jaime I, por el obispo de
Zaragoza, Sancho Ahones, y por el obispo de Albarracín, Domingo Ruíz de Azagra,
que había sido monje profeso en Piedra. En el sitio donde estuvo Piedra Vieja
los monjes construyeron una ermita, llamada de Santa María de los Argalides,
cuyos epígrafes constatan que fue reformada en 1755, siendo abad Inocencio
Pérez.
Testigo
de excepción de la historia de España
En la actualidad, la iglesia está en ruinas
como consecuencia de los años de abandono que, en el siglo XIX, sufrieron los
edificios tras la Desamortización. Piedra conoció tres procesos
desamortizadores.
En plena guerra de la Independencia, un
decreto de José I, de 1808, supuso la supresión de la comunidad. Los monjes
fueron expulsados en 1809 y el ejército francés saqueó la abadía, transformada
en hospital. En 1814, terminada la guerra, Fernando VII permitió a los monjes
que habían sobrevivido recomponer la comunidad. En 1820, durante el trienio
liberal, el monasterio volvió a ser suprimido, sus bienes fueron inventariados,
nacionalizados y, algunos de ellos, subastados.
En 1823, después de la entrada de los
100.000 hijos de San Luis, la comunidad volvió a restablecerse. En 1835, la
reina regente María Cristina, siendo Isabel II menor de edad, admitió la
promulgación del decreto de disolución de órdenes masculinas y la
desamortización de bienes eclesiásticos para, con las ventas, obtener los
recursos necesarios para financiar al ejército liberal que apoyaba a su hija
durante la I Guerra Carlista.
El decreto de Mendizábal de 1835
significó el fin definitivo de la comunidad de Piedra. Los bienes,
inventariados, fueron subastados en Ateca, Zaragoza y Madrid en las décadas de
1840 y 1850. Los edificios conventuales fueron administrados por funcionarios
entre 1835 y 1843, fecha en la que fueron subastados y adquiridos por D. Pablo
Muntadas Campeny por 1.250.000 reales.
Desde 1844 Juan Federico Muntadas,
consolidado como propietario de Piedra, transformó la huerta en un jardín
paisajista y las dependencias conventuales en una instalación hostelera e
hidroterápica, a lo que añadió la construcción de una piscifactoría que fue
pionera en España, parte de cuyas instalaciones son visitables aún hoy en el
recorrido por el Parque.
Desde entonces hasta nuestros días,
Piedra se ha convertido en un destino turístico de primer orden. La adquisición
de los edificios por la familia Muntadas, la transformación del Monasterio en
un Hotel y los nuevos usos turísticos que se dieron a las dependencias frenaron
su degradación y lo han preservado en el estado actual. Catalogado como
Monumento Nacional el 16 de febrero de 1983 (hoy en día, Bien de Interés
Cultural, en la categoría de Monumento), el Monasterio de Piedra es en la
actualidad uno de los parajes más espectaculares de Europa, siendo además
galardonado con la Medalla al Mérito Turístico por el Gobierno de Aragón en
2011.