viernes, 8 de abril de 2011

Ses Païses.













1. Hace aproximadamente 5.000 años que el ser humano llegó a Mallorca.


El poblado talayótico de Ses Païsses es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes y mejor conservados de las Islas Baleares.

El asentamiento surgió con la construcción de un talayote circular en torno al que se fueron creando diversas viviendas y estructuras rituales. Siglos después, el poblado se rodeó con una imponente muralla ciclópea, que hon en día da la bienvenida a los visitantes. El recorrido permite conocer a las problaciones que habitaron la isla hace 3000 años.

Nos lo demuestran los primeros restos humanos aparecidos en Moleta petita (Sóller) y la cueva del Moro (Manacor). Durante el período calcolítico, la isla estaba habitada por una cabra endémica llamada Myotragus balearicus, actualmente extinta.

Probablemente, los primeros pobladores de la isla eran grupos sedentarios, que habitaban cuavas y abrigos de la Serra de Tramontana y practicaban la ganadería de ovejas y cabras.

Más adelante, se documentan cabañas de planta circular, cubiertas de ramas y con paredes recubiertas de archilla, que forman asentamientos sin muradas. Estacionalmente continuaban usando los abrigos y las cuevas. Estas poblaciones ya conocían el cobre, usaban piezas cerámicas de tipo campaniforme, diversificada en su ganadería -incluyendo cerdos y vacas- e iniciaban las actividades agrícolas. Sus rituales funerarios consistían en inhumaciones individuales o en pequeños  grupos en cuevas o abrigos.

Hacia el año 1700-1650 a.C. se produjeron importantes cambios en la sociedad y la economía, que dieron paso a la edad de Bronce, en referencia al aumento de los contactos comerciales con el resto del Mediterráneo, mediante los cuales Mallorca conseguía el estaño necesario para la fabricación del bronce. A pesar de que durante un tiempo continuaron usando los abrigos y grutas como refugios estacionales para la estabulación de los rebaños de cabras y ovejas, abandonaron las cabañas circulares para construir viviendas conocidas con el nombre de navetiformes: construcciones con forma de herradura, que parecen una nave invertida. Para su construcción usaban la técnica ciclópea, basada en piedras de grandes dimensiones. 

Las prácticas funerarias de esta época eran varias. Coexistían dólmenes como s’Aigua Dolça en Artá, hipogeos excavados en la roca e inhumaciones en sepulturas individuales y colectivas. Algunas grutas naturales se usaron como lugar de culto.

Hacia el Bronce Final (1400-1300 a.C.) se produjeron algunos cambios. Muchos de los naviformes de ese momento presentan grandes fuegos con plataforma y fogón o caja para conservar las brasas. Aunque los ritos funerarios se mantuvieron, los dólmenes y los hipogeos fueron sustituidos por navetas funerarias y cuevas con cierre ciclópeo.

2. La cultura talayótica se inició en Mallorca hace 3000 años.


A finales de la época del Bronce (1300-900 a.C.), se produjeron una serie de cambios que dieron lugar a la sociedad talayótica. Los contactos establecidos con el exterior de la isla permitieron la provisión de materias primas y la introducción de innovaciones tecnológicas en los procesos de fabricación cerámica y metalúrgica.

En el plano constructivo, se abandonaron los naviformes propios de la época anterior, y surgieron las estructuras turriformes, entre las que se encuentran los talayotes circulares y los monumentos turriformes escalonados provistos de rampa para acceder a la parte superior, además de los túmulos, pequeñas elevaciones de piedras y tierra. En un primer momento el territorio fue señalizado con estructuras turriformes ubicadas sobre las colinas, que funcionaban cómo marcadores territoriales.  Más adelante estas construcciones fueron introducidas en los poblados talayóticos, en los que convivían con las unidades domésticas y otras estructuras comunales o de prestigio.

El talayote es una estructura de planta circular o cuadrada con una estancia interior, en cuyo centro se eleva una columna de grandes bloques de piedra que sujeta el techo, confeccionado con losas y que a su vez sirve de pavimento del segundo piso. La función de tales estructuras no es clara: algunos investigadores consideran que pudieron acoger ceremonias religiosas o clánicas, o bien fueron lugares de almacenamiento y distribución de carne.

Es muy improbable que fuesen construcciones destinadas a hábitat o defensa. Los poblados presentan un conjunto abigarrado de estructuras apiñadas, sin una disposición urbanística bien delimitada de calles.

Hacia mediados del primer milenio a.C., los poblados se empezaron a rodear de murada, en un claro intento de delimitar y defender el territorio de la comunidad. Erigidas con técnica ciclópea las murallas talayóticas destacan por sus espectaculares puertas con dintel y sus muros exteriores, hechos con grandes losas clavadas verticalmente en el suelo, mientras que su parte superior presenta piedras de menor tamaño.

Las investigaciones recientes demuestran que existían poblados talayóticos en toda la isla, ocupados por comunidades de tipo familiar de en torno a 200 personas. La intensa ocupación del territorio en este periodo propicio dos fenómenos significativos de una parte, una importante deforestación; y de otra, la lucha entre varios grupos para conseguir mejores tierras en las que a sentar sus poblados. Esto motivó la aparición de jefes que estructuraban la comunidad, personas que seguramente se enriquecía a partir de los intercambios con otras comunidades y que más adelante ejercido su poder como gobernantes.

La acumulación de excedentes de producción dio lugar a las primeras diferencias sociales, que son visibles en los ajuares funerarios. En cuanto a las prácticas funerarias, se mantenían los entierros en abrigos y cuevas naturales, y también las inhumaciones colectivas, al mismo tiempo que se introducían nuevas prácticas rituales de entierro en cal viva y de cremación. La sociedad talayótica se dedicó principalmente a la ganadería de ovejas, cabras, bueyes y cerdos, practica que permitía a los hombres disponer de tiempo libre para dedicarse a erigir los grandes monumentos que hoy nos han legado. Sin embargo, las mujeres realizaban prácticas agrícolas basadas en la cosecha de cereales, trigo y cebada. La alimentación se complementaba con la caza y recolección de frutos. La metalurgia se basaba en el uso de productos realizados en cobre, bronce, hierro y plomo.

Hacia el 600-500 a.C., la sociedad talayótica presenta algunos cambios que dieron lugar al llamado periodo postalayótico. Por una parte, se consolidó la presencia de los santuarios religiosos y se diversificaron los rituales funerarios; por otra, se entró en contacto con las poblaciones púnicas de Ebussus (Ibiza), que fundaron colonias y factorías en Mallorca. Paralelamente se documentó la participación de mercenarios baleáricos en los ejércitos púnicos.

Durante el periodo postalayótico, el uso del Bronce disminuyó y se reservó para las piezas más importantes, mientras que se generalizó el uso del hierro y del plomo para las piezas más cotidianas, como espadas, puñales, herramientas varias y objetos suntuarios (collares, pendientes, brazaletes). La cultura talayótica finalizó con la llegada de los romanos a la isla en el año 123 a.C.

3. El poblado de Ses Païsses fue creado hace 3000 años.


El poblado talayótico de Ses Païsses fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1946. Las primeras excavaciones fueron iniciadas en 1959 por el italiano Giovanne Lilliu, con la intención de averiguar la relación de estas construcciones con otras halladas en Cerdeña. Las cuatro campañas que desarrolló aportaron gran cantidad de información sobre el periodo talayótico. Más de 30 años después, el arqueólogo mallorquín Javier Aramburu retomó las excavaciones en el poblado. Sus campañas han sacado a la luz edificaciones nunca antes localizadas, que han contribuido a una mejor comprensión de la vida en Ses Païsses.

Próximo al núcleo de Artà, el poblado se erige sobre una pequeña colina que permite controlar visualmente las tierras de los alrededores (Son Sastres, Sa Badeia, Son Sureda Vell y Sauna Vell). Como otros poblados talayóticos se encuentra junto a un torrente y una fuente, que garantizaban el abastecimiento de agua a la comunidad.

Las construcciones existentes responden a diferentes fases de la ocupación del recinto. La ocupación empezó a principios del primer milenio a.C., con la construcción del turriforme central. Después, siguiendo el patrón de otros poblados talayóticos se fueron añadiendo las primeras viviendas. La estructura más característica del yacimiento, su muralla, fue construida, según Aramburu, entre el 650 y el 540 a.C.

Durante la época posttalayótica la comunidad experimentó un crecimiento, como indica el hecho de que todos los edificios estuviesen en uso y aún se construyesen más. Es después de la llegada de los romanos a Mallorca (123 a.C.) cuando el poblado es abandonado y algunos de sus edificios son destruidos.

   

1. Monolito dedicado a Miquel Costa y Llobera.


Ante la puerta principal de entrada al poblado se alza el monolito erigido en recuerdo del escritor y eclesiástico Miquel Costa i Llobera (Pollensa 1854 - Palma 1922). Costa ambientó en el recinto talayótico de Ses Païsses varios pasajes de su conocido poema “La deixa del geni grec” (1900), cuya protagonista es Nuredduna, nieta del gran sacerdote y sibila de la tribu que habitaba el encinar de Ses Païsses. El poema, recreación idealizada y epopeica de la prehistoria mallorquina, representa la unión de nuestra tierra, personificada en Nuredduna, con el espíritu de la civilización helénica simbolizada por la lira de Melesigenes, imagen de Homero.

2. Muralla y puerta de acceso al poblado.


La muralla del poblado de Ses Païsses se construyó en un momento impreciso entre el 650 y el 540 a.C. para cerrar un poblado que existió hace 3000 años. Tiene forma elíptica y un perímetro de 320 m. Su anchura media es de 3,60 m, y en algunos tramos alcanza los 3,5 m de altura. El muro, ancho y de doble paramento, fue construido con una primera hilera de grandes piedras clavadas verticalmente en el suelo, algunas de las cuales pesan en torno a las 8 toneladas. En el paramento interior, las piedras son más pequeñas y están ordenadas en hileras. La puerta de acceso al poblado presentan dos losas dispuestas verticalmente, a modo de brancales, sobre los que otra losa en disposición horizontal hace las veces de dintel. Al cruzar la puerta principal se accede al corredor de acceso al poblado, de unos 4,30 m de longitud, que se encuentra flanqueado por escaleras a ambos lados.

3. Zona de excavación.


Actualmente, la investigación arqueológica está centrada en la zona más próxima a la puerta principal, donde se ha localizado un edificio realizado en técnica ciclópea, de planta rectangular, datado a inicios del talayótico y que unos 100 años más tarde fue modificado. Según parece, durante el postalayótico sufrió nuevas modificaciones, convirtiéndose en una vivienda más pequeña.
Junto a esta estructura hayamos otra, con forma de riñón, adosada a la muralla, cuya datación se puede establecer en el siglo V a.C. Es necesario continuar con las campañas arqueológicas para averiguar cuál era la funcionalidad que tenían estas estructuras.

4. Habitación en forma de herradura.


Adosado al talayote central se conserva un edificio en forma de ábside, con esquinas curvadas y fachada cóncava. Sus paredes, al contrario de la que muestra la muralla, están hechas a base de piedras pequeñas, dispuestas en hileras horizontales. En las campañas de 1959 y 1960 este talayote fue excavado por Lilliu, quien lo dató en fase post talayótica. En su interior se han hallado numerosos hogares con restos óseos, cerámica talayótica y carbones vegetales, así como un entierro y algunos instrumentos de hierro. Por todo ello, Aramburu cree que podría tratarse de un edificio de uso social, o tal vez un santuario de la fase tardía del poblado.

5. Sala Hipóstila.


Construcción de forma absidal, con los muros laterales rectos y el ábside redondeado, de función probablemente comunitaria. Es conocida como la Sala Hipóstila debido a que en su centro presenta tres columnas, y adosadas a los muros se encuentran los restos de otras siete. Cabe destacar también el pasillo que atraviesa hacia el turriforme central, que Lilliu data en la época talayótica. Según algunos investigadores, ambas estructuras podrían haberse utilizado en ceremonias rituales.

6. Talayote Central.


Parece ser que este turriforme fue la primera estructura que se construyó en el poblado. Se trata de una torre cilíndrica, con los muros exteriores ligeramente escalonados, de 12 m de diámetro y 4 metros de altura. A pesar de que no se conserve, como sucede en otros yacimientos, debía tener una columna central y cubierta hecha con vigas de madera. En el suelo de la estancia central se distingue un corredor que, a través de dos aperturas en el muro, conecta el talayote con dos habitaciones anexas, una de ellas la sala Hipóstila. Resulta difícil determinar la función de este pasillo, cuya altura es de 0,75 m aproximadamente. La estancia tiene dos contrafuertes, que según apunta Lilliu ayudarían a reforzar los muros de la cámara. Se cree que esté talayote, cuya función debía ser ritual y simbólica, estaba dedicado a la celebración de actos de la comunidad, de la misma manera que lo era la sala Hipóstila.

7. Edificio rectangular.


Estructura compartimentada en dos habitaciones rectangulares, cuyos muros están construidos con pequeñas piedras. Existen indicios de que esta área del poblado fue una de las primeras en ser habitadas, a pesar de que el edificio al que nos referimos ahora se data en el postalayótico.

8. Puerta Noreste.


Además de la puerta principal, el poblado tiene otras dos de la misma tipología. No se conserva el dintel de la principal, cuya anchura es de 1,6 metros. Además de estas puertas, Lilliu identificó otra al suroeste del poblado, que bautizó como "porta dell'aqua" ya que servía de acceso a una fuente próxima.

9. Calle y habitación absidal.


De momento esta es la única calle localizada del poblado. Divide dos edificios, el primero de ellos de planta absidal. Es visible que su muro más occidental, hecho con grandes piedras, sobresale de la muralla, mientras que los otros muros están hechos con piedras pequeñas. La estructura se divide en tres estancias separadas por paredes de arcilla, y parece ser cubiertas con un techo con vigas de madera. Este espacio sufrió un incendio, motivo por el cual fue abandonado y, posteriormente, hacia los siglos V-II a.C., fue usada como zona sepulcral.

10. Edificio de planta absidal.


Estructura realizada con la misma técnica constructiva que la anterior, y dividida en tres habitaciones. Las paredes exteriores son construidas con la técnica ciclópea, mientras que el uso de las piedras de tamaño variado lleva a pensar que las anteriores fueron remodeladas en varias ocasiones. Según Aramburu, fue ocupado desde el siglo V a.C. hasta la conquista romana.

11. Habitaciones en forma de riñón.


Este conjunto de habitaciones con forma de riñón, situadas en el centro del poblado, se adosan al talayote central. Fueron excavadas por Lilliu en 1959. Aunque pertenecen a los inicios del poblado, fueron compartimentadas hacia el siglo V a.C. El edificio situado más a la izquierda presenta una de las puertas al pasillo que da acceso al turriforme.

12. Habitaciones rectangulares.


Al sur del talayote hay dos habitaciones de planta rectangular. La primera tiene una superficie de 25,7 m2 y presenta muros de un metro de ancho. En el centro se conserva la base de una columna y junto a la pared este hay restos de un hogar. Al parecer fue ocupado entre los siglos V y I a.C., e incluso se localizan en el vestigio de la cultura romana, como una lucerna de la segunda mitad del siglo II después de cristo.

13. Encinar.


El bosque que actualmente rodea los restos arqueológicos formó parte del paisaje del poblado prehistórico, y la bellota, fruto de la encina (Quercus llex) forma parte de la dieta de esta comunidad. Asociados a esta especie hayamos varios arbustos como la mata, el aladierno, el coscollino, el madroño y el mirto, que actualmente impiden ver claramente las estructuras arqueológicas. Probablemente hace 3000 años estos arbustos no eran tan abundantes, ya que los terrenos del interior y del exterior eran aclarados para establecer en ellos campos de cultivo.

4. El municipio de Artà tiene un rico y variado patrimonio.


Artà es un municipio de 140 km2 ubicado en la sierra de Llevant, al NE de la isla de Mallorca. Actualmente, 1576 hectáreas de su costa y montaña forman parte de un parque natural creado en 2001 y en el que se encuentra las fincas públicas de Albarca y Es Verger. El municipio no ha recibido directamente el impacto del turismo, cosa que ha permitido conservar tradiciones, fiestas populares, gastronomía y artesanía, además de un paisaje natural que lo hacen único y que tiene especial importancia por la variedad de hábitat que conserva en sus montañas, los depósitos aluviales de la Colònia de Sant Pere, la costa y los campos de dunas de Sa Canova. Son muy conocidas sus elevaciones de la atalaya Freda (561 m) y el Cabo de Ferrutx (519 m). También es fundamental en el municipio la obra de la palma, apreciada tradición artesanal realizada con el palmito.

La población se encuentra repartida entre dos núcleos, el pueblo de Artà y la Colonia de Sant Pere. El primero está situado en un valle, al pie de una colina. Destaca su recinto amurallado de Sant Salvador (primero almudaina árabe y más adelante templo cristiano), la iglesia de estilo neogótico y varios casales señoriales del núcleo antiguo. La Colònia es un pequeño núcleo costero del que dependen dos urbanizaciones, Betlem y S'Estanyol.

Los restos arqueológicos más importantes del municipio son el dolmen de l'aigua Dolça (2000-1650 a.C.), el talayote de Sa Canova y Ses Païsses. Ya de época romana (después del 123 a.C.) conocemos la necrópolis de sa Posada de Carroza (siglos I y II d.C.). El nombre del municipio y del núcleo urbano proviene de Yartán, nombre que recibía la alquería y también uno de los distritos musulmanes en los que se dividía la isla, que incluya Capdepera y Son Servera. Durante esta época histórica se introdujeron en la zona la agricultura intensiva y la cultura del agua, con las fuentes y los pozos.

Con la conquista catalana de 1229 se estableció el priorato de Santa María de Bellpuig, oratorio que aún hoy se conserva en las afueras del pueblo, y que impulsó el crecimiento de la villa. Durante la Edad Media y Moderna siglos XIII a XVIII, y hasta bien avanzado el siglo XIX, la economía del municipio se desarrolló en torno a las grandes possessions (Els Olors, Son Fortesa, Sauma). Estas propiedades rurales pertenecían a familias nobiliarias como los Vivot, Dameto, Truyols o Zaforteza que también erigieron importantes inmuebles en la parte más antigua del pueblo, como can Cardaix, can Sureda, can Moragues o la Posada dels Olors, también llamada Cal Marqués. Otros casales importantes, como can Blanes o Na Batlessa, son testimonios del enriquecimiento de los emigrantes a América.


















Hospital Son Llátzer.

Son Ferriol.

Portixol.