viernes, 22 de octubre de 2021

Parador Nacional de Trujillo. Cáceres. Extremadura.

Sobre un cerro de granito, Trujillo, más que una ciudad, parece una fortaleza. Aunque importante en la Edad Media como lo prueban su castillo y su muralla, entró de lleno en el Renacimiento de la mano de conquistadores que hicieron su nombre universal y dejaron su huella en las piedras de sus calles.


Desde 1984 el Parador de Trujillo se ubica en el que fuera el convento franciscano de Santa Clara fundado en 1533 en la parte baja de la ciudad. El primitivo convento era un edificio de sencilla planta cuadrada organizado en torno a un patio-claustro que conectaba con una iglesia, la parroquia de San Clemente, que se anexionó posteriormente ya en el siglo XVII. Eso explica el estilo gótico de la iglesia, bastante anterior a la fundación del convento. La iglesia es, por tanto, la parte más antigua y valiosa del conjunto y constaba de una sola nave, ábside poligonal con bóveda nervada y estrellada y ambos coros, alto y bajo, donde ahora se sitúa un comedor. Dado lo reducido del espacio y para cubrir las necesidades del parador se decidió construir, adosado al claustro renacentista, un nuevo edificio de habitaciones. Para guardar simetría y unidad arquitectónica y estilística se recurrió a un nuevo patio de estilo moderno en el que uno de sus lados sirve de acceso y comunicación con el antiguo edificio. Este nuevo edificio se construyó en el antiguo huerto aprovechando el desnivel del terreno para garantizar la luz y respetar el perfil original del conjunto.


FRANCISCO PIZARRO, EL CONQUISTADOR DE PERÚ


El conquistador de Perú nació en Trujillo probablemente en 1476. Salió de su tierra sin nombre ni fortuna y volvió en 1528 convertido en un hombre rico. Los trujillanos le recibieron triunfalmente y él engrandeció su ciudad con los espléndidos palacios renacentistas que hoy admiramos. Trujillo le recuerda en la imponente estatua ecuestre que preside la plaza. Pizarro llegó a América en 1502 y, desde el primer momento ambicionó una gran aventura descubridora. Su oportunidad le llegó en 1524 cuando, tras su alianza con Diego de Almagro, inició una expedición hacia las tierras desconocidas del continente del sur. La travesía y el avance fueron muy lentos y difíciles y apenas le siguieron trece hombres pero consiguió someter el imperio inca e incorporar un enorme territorio nuevo para España. En 1535 fundó Lima y Trujillo, a la que bautizó como su pueblo natal. Los éxitos duraron poco al estallar una guerra civil entre ambos conquistadores que les terminaría constando la vida a ambos. Almagro fue ejecutado en 1538 y sus partidarios, en venganza, asesinaron a Pizarro en 1541 de una puñalada en el cuello.


EL CLAUSTRO RENACENTISTA


El espacio más singular del parador es su original claustro. Además de mantener su bella traza renacentista, recuerda al viajero el pasado monacal del edificio y contribuye al sosiego y la contemplación con su pozo y sus árboles frutales. Aunque apenas es perceptible, solo tres de sus lados son renacentistas, siendo el tramo norte anterior, del siglo XV y, ligeramente más bajo. También es desigual su diseño, el claustro bajo es una sucesión de amplios arcos de medio punto mientras que el superior es una galería adintelada. La armonía de estilo se logra con las columnas de orden toscano.









































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