martes, 21 de mayo de 2019

Monasterio de Piedra. Nuévalos. Zaragoza.

 Monasterio de Piedra.


En 1186 Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla, donaron el Castillo de Piedra a los monjes cistercienses de Poblet con el objeto de fundar una nueva abadía.

En 1195 el monarca ratificó la donación dándoles la jurisdicción completa sobre tales dominios. El I abad fue Graufredo de Tocaberti.

En 1203 comenzaron las obras de construcción del claustro y la iglesia y, en 1218, los edificios fueron ocupados por los monjes que, hasta entonces, habían vivido en un monasterio provisional, llamado Piedra Vieja, construido en adobe y madera.

Santa María de Piedra fue un Real Patronato desde su fundación, en 1195, hasta su desamortización, en 1835, A lo largo de sus 640 años de historia tuvo 112 abades.



Claustro.

El claustro se sitúa al sur de la iglesia abacial para aprovechar mejor la luz del Sol.

Tiene planta rectangular, en torno a la cual se articulaban las dependencias donde vivían los monjes. Sus galerías se cubren con 30 bóvedas de crucería. Tiene 26 arcos apuntados abiertos al jardín y una fuente central.

Los cistercienses usaban el claustro como lugar de meditación y lectura.

San Bernardo recomendaba que las abadías estuvieran desornamentadas para evitar que los monjes se distrajeran de sus obligaciones. Por esta razón, capiteles y claves se decoraron con temas vegetales que simbolizan la floración del alma en presencia de Dios.

El claustro bajo se construyó en piedra caliza durante los siglos XII y XIII y el alto en ladrillo durante el XV.


Claustro.


Sala Capitular

La sala capitular era la habitación donde se reunían el abad y los monjes, una vez al día, para leer y comentar la Regla de San Benito y tomar decisiones relativas al gobierno del Monasterio.
Se construyó en el siglo XIII. La portada, abierta al claustro, es tripartida y está concebida a la manera de un monumental arco de triunfo.

El interior es un espacio muy diáfano, de planta cuadrada, dividido en nueve tramos abovedados en crucería simple, soportados por columnas embutidas en el muro (cul de lampe) y cuatro pilares de sección octogonal con medias columnas en los frentes. Algunos han conservado restos de policromía del XV.

El suelo de la sala capitular se reservaba para enterrar a los abades.


Sala Capitular.

Sala Capitular.

Sala Capitular.
 
Sala Capitular.
 
Sala Capitular.
 

Sala Capitular.



Altar de San Benito y Puerta de Santa María


La puerta de Santa María permitía a los monjes acceder desde el claustro a la iglesia abacial. Era un espacio reservado al conocimiento, puesto que aquí se ubicaba el armarium, una alacena usada como biblioteca, y el banco corrido, utilizado como lugar de lectura.

Durante los siglos XIII y XIV, algunas familias nobles, protectoras de Piedra, eligieron fijar su sepultura familiar en esta parte del claustro. Entre ellos están los Azagra de Albarracín, los señores de Molina y algunos nobrles de Calatayud y Daroca.

En el siglo XVIII se transformó este espacio para acoger un retablo de estilo barroco decorativo, en yeso policromado, dedicado a San Benito, Santa Escolástica, Santa Gertrudis y la Asunción de la Virgen.

 

Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 

Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 

Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 

Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 

Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 
Altar de San Benito y Puerta de Santa María.
 






La iglesia abacial.

La iglesia de Santa María de Piedra es de estilo gótico. Se construyó entre 1262 y 1350. La planta se ajusta al modelo de templo de ritos mayores y ala tipo hispano-languedociano: tres naves, cinco ábsides, pilares cruciformes en la cabera y octogonales en las naves. Se cubrió con bóvedas de crucería. Tiene nervio de ligazón central, detalle que lo relaciona con la escuela burgalesa. A finales del siglo XIV se hicieron las celosías mudéjares que se conservan aún en algunas ventanas.

En 1502 los Condes de Ariza fundaron su panteón familiar en la Capilla Mayor. En 1650 el Venerable Palafox mandó construir la cripta bajo el ábside central.

Entre 1684-1701 se construyó en el extremo norte del crucero la capilla barroca de San Inocencio Mártir. En el siglo XVIII se remodeló el edificio enmascarándolo de yesos que, al caerse, han dejado visible el edificio del siglo XIII.



Iglesia abacial.


Iglesia abacial.


Cripta bajo el ábside central.

 









Capilla de San Inocencio.

Es en 1690 cuando Jaime Palafox Cardona, Arzobispo de Sevilla, regala a Piedra el cuerpo de San Inocencio, mártir de las catacumbas y se construye esta capilla, magnífica obra de yesería del barroco, en el crucero de la Iglesia. Su portada ha sido restaurada en 2017.



Capilla de San Inocencio.


Capilla de San Inocencio.


Capilla de San Inocencio.




Refectorio.

El refectorio era el comedor de la abadía. Fue construido hacia 1250 y tiene planta rectangular.

En 1413, el Papa Luna, Benedicto XIII, donó 1000 florines de oro para hacer sus tres bóvedas de crucería, cada una de las cuales tiene seis nervios y clave única.

Las ventanas en arco de medio punto corresponden a la fase constructiva del siglo XIII, las ventanas en arco apuntado, al pleno gótico del siglo XIV.

Los monjes cistercienses comían dos veces al día: un almuerzo y una cena. Debían hacerlo en silencio, mientras escuchaban una lectura que se realizaba desde el púlpito. Las mesas se disponían formando una U, de modo tal que el abad les presidía y era más cómodo el servicio de alimentos y bebidas desde la cocina.


Refectorio.



Calefactorio.

El calefactorio era la única habitación del monasterio dotada con un sistema de calefacción por glorias de aire caliente bajo el suelo.
Era aquí donde los monjes pasaban el invierno y donde se rasuraban el pelo.

Fue construido en el siglo XIII y tiene planta cuadrada.

En el siglo XV se aprovechó esta habitación para ubicar en ella una escalera de la que aún pueden verse algunos testigos en la pared.

En el siglo XVI se eliminó la escalera y se colocó una columna renacentista de orden corintio en el centro, con el objeto de dar mayor solidez al suelo de la habitación situada en la segunda planta, donde estuvo, a partir de entonces, el archivo y la biblioteca.


Calefactorio.




Fachada de la iglesia abacial.

En 1262, se inicia la construcción de la iglesia abacial, que se verá ampliada en diversas fases hasta el siglo XVII. En el siglo XIX se vino abajo la nave central. El saqueo, incendio y la furia iconoclasta en los años que mediaron entre la secularización y la propiedad privada completaron la destrucción.

Sobre la puerta occidental se sitúa el rosetón, protegido por un arco de descarga de medio punto, dividido en siete círculos que simbolizan los siete dones del Espíritu Santo.
   
Fachada de la iglesia abacial.


Fachada de la iglesia abacial.

Fachada de la iglesia abacial.





Puerta del Palacio abacial (antigua hospedería).

Destacan las columnas de estilo gótico adosadas al muro contrastando con el resto del conjunto arquitectónico claramente posterior.


Puerta del Palacio abacial.


Puerta del Palacio abacial.




 



HOTEL & SPA MONASTERIO DE PIEDRA

El Hotel, habilitado dentro del antiguo Monasterio Cisterciense del siglo XIII, está declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. Sus impresionantes instalaciones te trasladan a tiempos lejanos: el claustro del siglo XIII, los pasillos abovedados, la escalinata renacentista, la sala de «La Biblioteca», el Spa. Todos de una belleza tan espectacular, que harán que vivas una experiencia única.

Ubicado en el claustro nuevo, edificado en el siglo XVII junto al antiguo claustro, tiene capacidad para 140 huéspedes y cuenta con 62 habitaciones que ocupan las antiguas celdas de los monjes. Ofrece además una piscina al aire libre y zona de spa, restaurantes, varios salones de descanso, bares y salas para celebrar reuniones. Asimismo, próximas al hotel se han acondicionado amplias zonas ajardinadas y arboladas, aparcamientos, terrazas y espacios de paseo y descanso.


Escalera monumental.

Escalera monumental.


Escalera monumental.


Escalera monumental.










El Granero

Lugar ideal para pasar la tarde, “El Granero”, llamado así por ser el antiguo granero de los monjes, dispone de dos plantas y del bello jardín conocido como el Rincón del Poeta. Actualmente convertido en Bar-Cafetería con una sala de descanso y de juegos.



El Granero.



HISTORIA DEL MONASTERIO

El Monasterio se construye en la transición del Románico al Gótico.

Los monjes vivieron en este Monasterio algo más de 600 años.

La fundación del Monasterio de Piedra se relaciona con un doble marco histórico: Es parte del fenómeno de las repoblaciones de la segunda mitad del siglo XII y también es un brillante capítulo de la expansión de los cistercienses por la Península Ibérica. En 1186, Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla, donaron a los monjes de Poblet el Castillo de Piedra (castrum Petrae) con el objeto de fundar allí un monasterio cisterciense. Entre 1186 y 1194 los monjes de Poblet realizaron los preparativos necesarios y, el 10 de mayo de 1194, bendecidos por el abad Pedro Masanet, que gobernó Poblet entre 1190 y 1196, salieron del monasterio catalán 12 monjes, a la cabeza de los cuales se encontraba Gaufrido de Rocaberti, I Abad de Piedra. Gaufrido debió ser hijo del vizconde Jofre, hermano del vizconde Dalmau, pariente del arzobispo de Tarragona, Ramón de Rocaberti, del obispo de Zaragoza, Rodrigo Rocaberti y del obispo de Gerona, Pere Rocaberti. Sus poderosos parientes dieron protección e impulso a la nueva fundación.

La intención inicial del I Abad era establecer una comunidad filial de Poblet en algún lugar no predeterminado de los territorios meridionales del Reino de Aragón. Hubo tres ubicaciones diferentes antes de encontrar el emplazamiento definitivo. A finales de 1194, se instalaron en Santa María de Cilleruelos, muy cerca de Peralejos (Teruel). Allí empezaron a construir un monasterio, que abandonaron y transformaron en un priorato, manteniéndolo en uso hasta 1835. De él aún pueden visitarse en la actualidad una ermita y escasos restos materiales de sus dependencias priorales.

A caballo entre dos estilos: del Románico al Gótico

La construcción del monasterio se realiza en los años de transición del Románico al Gótico. El característico estilo arquitectónico de la Orden está presente en el monasterio: Gótico Cisterciense, arquitectura sobria, austera, sencilla y luminosa.

En mayo de 1195, Alfonso II ratificó la donación de Piedra a los monjes cistercienses otorgándoles el dominio y jurisdicción completa sobre estos territorios: el mero y mixto imperio, con la jurisdicción civil y criminal, ejercida en nombre del rey. El pergamino con la donación se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid) y en él se recoge la obligación de los monjes a rezar una misa anual por el alma del monarca y de sus parientes.

Entre 1195 y 1203 se documenta un problema relacionado con la patrimonialidad de Piedra, que explica la construcción y abandono del tercer monasterio, llamado de Piedra Vieja. En la orilla derecha del río Piedra existía un castillo que, en algún momento de la década de 1120, fue donado a la familia Malavella. En 1200, Juan de Malavella renunció a los derechos sucesorios que le podían corresponder sobre el castillo de Piedra. A partir de entonces, los monjes cistercienses quedaron como únicos dueños del coto redondo del señorío, unos 30 km2, repartidos entre los actuales términos de Nuévalos, Ibdes y Monterde.

Los monjes se establecieron en la orilla izquierda del río Piedra en un monasterio provisional, llamado de Piedra Vieja, construido en madera y adobe. El Monasterio de Piedra Nueva fue la cuarta y definitiva ubicación de la Abadía. Los edificios empezaron a construirse en 1203. En 1218 las obras estaban suficientemente avanzadas como para que los monjes pudieran ocupar los edificios. El 16 de diciembre de 1218, se hizo la ceremonia de traslación de la comunidad desde Piedra Vieja a Piedra Nueva. La consagración de la Iglesia Abacial fue presidida por el IV Abad de Piedra, Jimeno Martín, por el arzobispo de Tarragona, Asprago de la Barca, que actuó en nombre de Jaime I,  por el obispo de Zaragoza, Sancho Ahones, y por el obispo de Albarracín, Domingo Ruíz de Azagra, que había sido monje profeso en Piedra. En el sitio donde estuvo Piedra Vieja los monjes construyeron una ermita, llamada de Santa María de los Argalides, cuyos epígrafes constatan que fue reformada en 1755, siendo abad Inocencio Pérez.

Testigo de excepción de la historia de España

En la actualidad, la iglesia está en ruinas como consecuencia de los años de abandono que, en el siglo XIX, sufrieron los edificios tras la Desamortización. Piedra conoció tres procesos desamortizadores.
En plena guerra de la Independencia, un decreto de José I, de 1808, supuso la supresión de la comunidad. Los monjes fueron expulsados en 1809 y el ejército francés saqueó la abadía, transformada en hospital. En 1814, terminada la guerra, Fernando VII permitió a los monjes que habían sobrevivido recomponer la comunidad. En 1820, durante el trienio liberal, el monasterio volvió a ser suprimido, sus bienes fueron inventariados, nacionalizados y, algunos de ellos, subastados.

En 1823, después de la entrada de los 100.000 hijos de San Luis, la comunidad volvió a restablecerse. En 1835, la reina regente María Cristina, siendo Isabel II menor de edad, admitió la promulgación del decreto de disolución de órdenes masculinas y la desamortización de bienes eclesiásticos para, con las ventas, obtener los recursos necesarios para financiar al ejército liberal que apoyaba a su hija durante la I Guerra Carlista.

El decreto de Mendizábal de 1835 significó el fin definitivo de la comunidad de Piedra. Los bienes, inventariados, fueron subastados en Ateca, Zaragoza y Madrid en las décadas de 1840 y 1850. Los edificios conventuales fueron administrados por funcionarios entre 1835 y 1843, fecha en la que fueron subastados y adquiridos por D. Pablo Muntadas Campeny por 1.250.000 reales.

Desde 1844 Juan Federico Muntadas, consolidado como propietario de Piedra, transformó la huerta en un jardín paisajista y las dependencias conventuales en una instalación hostelera e hidroterápica, a lo que añadió la construcción de una piscifactoría que fue pionera en España, parte de cuyas instalaciones son visitables aún hoy en el recorrido por el Parque.

Desde entonces hasta nuestros días, Piedra se ha convertido en un destino turístico de primer orden. La adquisición de los edificios por la familia Muntadas, la transformación del Monasterio en un Hotel y los nuevos usos turísticos que se dieron a las dependencias frenaron su degradación y lo han preservado en el estado actual. Catalogado como Monumento Nacional el 16 de febrero de 1983 (hoy en día, Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento), el Monasterio de Piedra es en la actualidad uno de los parajes más espectaculares de Europa, siendo además galardonado con la Medalla al Mérito Turístico por el Gobierno de Aragón en 2011.