sábado, 14 de diciembre de 2024

Edificio Metrópolis. Madrid.

 

Aunque no se encuentre directamente en la Gran Vía, éste puede ser considerado el primer edificio surgido de la nueva ordenación, que implicaba reformar el encuentro entre las calles de Alcalá y Caballero de Gracia, afectando a cinco fincas donde según el documentado estudio sobre las fondas madrileñas de Peter Besas a finales del siglo XVIII debía estar situada la popular fonda de la Cruz de Malta, en la que se alojaron viajeros ilustres como el excéntrico inglés William Beckford, su compatriota Townsed, el erudito alemán Wilhelm von Humboldt hermano del célebre naturalista , o el francés Laborde, transformándose a mediados del siglo siguiente en la Fonda de la Amistad en la que aún recalaría Teophile Gautier; aunque a principios del siglo XX el edificio que ocupaba la parcela de esquina era conocido popularmente como la "Casa del Ataúd" por la forma del chaflán que ocupaba.

Dada su emblemática posición, la empresa promotora de las obras, la compañía aseguradora La Unión y el Fénix Español, decidió convocar en mayo de 1905 un concurso entre arquitectos franceses y españoles que se fallaría en septiembre siguiente, y al que se presentaron entre otros Manuel Zapata y Manuel del Busto que obtuvo alguno de los galardones concedidos, según noticia publicada en agosto por la revista Nuevo Mundo , aunque el primer premio recayó en una espectacular propuesta de los parisinos Victor Jules y Raymond Février que hacía gala de todos los recursos decorativos de la prestigiada Ecole des Beaux Arts; siendo ejecutado el diseño definitivo por el español Luis Esteve Fernández Caballero, que adaptó con extrema fidelidad la idea original.

De acuerdo con las bases, el proyecto galardonado preveía un sótano destinado al servicio de las tiendas, cafés y restaurantes de la planta baja, a acoger las calderas, y a guardar el archivo de la compañía promotora, que ocuparía el piso de oficinas del entresuelo, con entrada independiente por Caballero de Gracia; mientras que los pisos superiores se destinaban a viviendas de lujo una por planta, pero con posibilidad de división posterior , destinándose el sotabanco de cubierta a alojamiento de la servidumbre; siendo el acceso por un portal a la calle de Alcalá del que arranca la escalera principal de directriz circular; mientras que en el patio de luces trapezoidal se sitúa la de servicio.

Para el exterior las bases solicitaban que las fachadas se labrasen en sillería y fuesen "todo lo monumentales que sea posible" aunque recomendando "cierta sobriedad de escultura, excepto en la rotonda", por prestarse "de un modo extraordinario a una decoración de carácter arquitectónico", en la que debía incluirse una "bonita composición alegórica" con el "Fénix, emblema de la compañía". Atendiendo a este consejo, la decoración se concentra especialmente en el cuerpo de esquina, realzado por parejas de columnas corintias exentas que sostienen seis grupos alegóricos de la Agricultura, la Prosperidad y el Socorro Mutuo labrados por los escultores franceses Paul Maximilien Landowsky, L. Eugene Lambert, y Charles René de Paul de Saint Marceaux, en torno al tambor de una engalanada cúpula empizarrada; reservándose al valenciano Mariano Benlliure un último grupo central en la base de esta última, que se remata con una figura en cobre del Ave Fénix cabalgada por un muchacho modelada también por Saint Marceaux y repujada en París por Alexandre Brosset , que se terminó transformando en símbolo de la compañía; aunque también aparecen imágenes del Fénix en los miradores extremos de las fachadas laterales, coronados a su vez por parejas de figuras femeninas recostadas.

Las obras de ejecución se iniciaron el 4 de junio de 1907; presentando la singularidad de ser de las primeras que en Madrid combinaron "la fábrica ordinaria de ladrillo" y los "entramados metálicos" con una estructura interna de hormigón armado, que se empleó en "todo el piso de sótanos y principal" así como en los pilares "algunos de ellos adosados a los muros de fachada" para descargarla, "reduciendo algo los espesores necesarios y aliviando dinteles y ciertas partes de la construcción" de sillería , aunque disimulándolo "para que su aspecto arquitectónico" estuviese "en armonía completa con el objeto del edificio sin sacrificar la estética", por lo que se revistió "con cinc todo el piso de mansardas, cuya fachada es de hormigón armado, y la gran cúpula del chaflán construida con el propio material".

Tres años y medio más tarde, y tras una inversión de cuatro millones de pesetas incluido el precio del solar los trabajos pudieron darse por concluidos; inaugurándose el edificio con una gran fiesta el 25 de enero de 1911. Paradójicamente, el local de esquina, que por sus inmejorables características se previó para uso hostelero, terminó ocupado por la exposición de la compañía automovilística Mors que anticipó así uno de los negocios característicos de la nueva avenida hasta la Guerra Civil , pasando pocos años después a la Compañía Madrileña de Gas (luego Gas Madrid); y sólo en los años cincuenta del pasado siglo fue ocupado por la popular cafetería Dolar; mientras que los pisos acogieron diversas firmas de seguros marítimos, presagiando el destino de tantas viviendas de la futura Gran Vía, ocupadas por pensiones, empresas y despachos profesionales.

En 1972 la propiedad pasó a manos de la compañía Metrópolis, que cinco años más tarde el 11 de octubre de 1977 sustituyó la escultura de remate por una Victoria alada de bronce ejecutada por el escultor Federico Coullaut Valera; pasando provisionalmente la figura original a un solar en la esquina de la calle de Goya con el Paseo de la Castellana, hasta que en 1986 se reubicó en el jardín de la sede de la Unión y el Fénix (actual Mutua Madrileña) en la última vía citada, donde todavía hoy se exhibe.

Tras una serie de cuidadosas restauraciones, que incluyeron la reposición de algunas vidrieras de la casa Maumejean y el redorado de las guirnaldas y flameros de la cúpula con 30.000 panes de oro, el edificio presenta un excelente estado de conservación; aunque las inclemencias meteorológicas han hecho mella en la sillería de piedra, observándose cierto desgaste en las decoraciones escultóricas, que se ha intentado atajar mediante una capa de pintura protectora que degrada la extraordinaria calidad material de la construcción original.

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