domingo, 12 de abril de 2020

Fundación Antonio Pérez. Cuenca.


Fundacion Antonio Perez. Cuenca.

El edificio donde está instalada la Fundación en Cuenca fue antiguo convento de monjas carmelitas hasta 1978, cuando lo adquiere la Diputación Provincial. El monasterio fue fundado en Huete en 1588, por doña Juana de Guzmán, viuda de don Alonso de Coello y Ribera, señores de Villarejo de la Peñuela y, durante algunos años, condes de la Ventosa, para que pudiera ingresar en él su hija Isabel de San José, que tenía gran devoción por Santa Teresa de Jesús. Algunas de sus primeras monjas fueron enviadas por la propia Santa. Al quedar el edificio destruido por un incendio en 1603, las monjas abandonaron Huete y se trasladaron a Cuenca, a unas casas prestadas hasta que se levantó el edificio definitivo.

El edificio fue diseñado hacia 1614 por fray Alberto de la Madre de Dios (Santander: 1575-Pastrana: 1635), arquitecto de la orden del Carmen descalzo, conocido por sus obras para la Corona y el duque de Lerma. Es considerado como el introductor de las primeras formas barrocas en Castilla y dirigió los designios de la arquitectura conquense desde1613 hasta 1635, contando con el apoyo de uno de sus mecenas más importantes: el obispo Andrés Pacheco, que fue uno de los promotores de la construcción de este edificio.

Llama la atención la fachada del antiguo templo, de gran sobriedad y equilibrio. Como es habitual en las obras de fray Alberto, está estructurada por un eje de simetría que recorre la portada, la ventana que da luz al coro, el óculo y la cruz. Un amplio frontón remata toda la estructura mientras flanqueando a la portada encontramos los escudos de los Coello de Guzmán fundadores y patronos. La espadaña, se coloca de forma transversal sobre un muro del templo.

Para encajar el edificio en el espacio disponible entre la calle y las rocas de la Hoz del Huécar, fray Alberto creó una gran estructura de piedra escalonada para soportar la capilla mayor del templo y resto de dependencias. Para solemnizar el acceso a la iglesia dispuso una plaza en la entrada, intervención urbanística habitual en las obras del carmelita, aunque, en este caso, de reducidas dimensiones por el poco espacio disponible.

El patio es muy sencillo, parecido al de las casas nobiliarias conquenses, con columnas toscanas que soportan las clásicas vigas y zapatas de madera castellanas. Al ser un espacio que no estaba abierto al público, su austeridad se corresponde con la vida recogida que se predica en el Carmen descalzo. Es de resaltar que una de las galerías está abierta en la planta baja hacia la Hoz, constituyendo un inmejorable mirador desde el que el visitante puede disfrutar del paisaje conquense.



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