martes, 10 de abril de 2012

Yalis del Bósforo.






Hay 99. Ni uno más. Y todos tienen nombre y apellido. Ni habrá más: un ‘yali’ histórico, residencia de bachás y vizires, no se puede volver a construir. Estas mansiones a orillas del Bósforo componen uno de los mercados inmobiliarios más exclusivos del mundo. Tanto que sólo dos familias turcas se reparten la mayoría de los edificios. A los que quedan les está echando el ojo Sotheby’s.
A un precio de 10.000 a 14.000 euros el metro cuadrado, vivir en un ‘yali’ sale más o menos al mismo precio que vivir en Manhattan con vistas al Central Park. Pero con otro continente al alcance de la mano. Todos los 'yalis' se situán en el borde del agua ―el propio término 'yali' se deriva del griego 'gialós', costa― bien en el lado europeo, bien en el asiático del Bósfofo, y todos están construidos en madera, ambas características imprescindibles para aspirar a esta categoría.
La tercera condición es la histórica. La gran mayoría data del siglo XIX, aunque los hay más antiguos; el más venerable es de finales del XVI. Casi siempre fueron edificados para altos cargos de la corte otomana o, muy frecuentemente, para embajadores o dignatarios extranjeros. "El vizir otomano estaba obligado a tener un 'yali', cualquier otra residencia se habría considerado poco adecuada para las recepciones oficiales", señala Jessica Tamtürk, una escritora de origen belga, autora de varios libros de viajes sobre Turquía y ella misma dueña de una de estas preciadas casas.
Hoy, ministros y embajadores siguen apreciando los exclusivos barrios a orillas del Bósforo, pero los 'yalis' están fuera del alcance de la mayoría. Ya los vizires tenían sus dificultades: si perdían el favor del sultán, pocos podían permitirse el lujo de mantener estas mansiones, cuya frágil edificación exige continuas y cuidadosas reparaciones.
Además, vivir en un 'yali' no sólo es un placer, asegura la autora. En verano, sí: no haya nada mejor que los amplios salones y la ligera estructura de madera, refrescada continuamente por las brisas del Bósforo... un circuito de refrigeración natural, que permite respirar incluso en las semanas de agosto en las que el resto de la metrópoli jadea bajo la espesa calor. "En invierno, el frío corta como un cuchillo", sabe Tamtürk. "Los vientos de Rusia llegan directamente al Bósforo". De ahí que normalmente, los 'yalis' sean residencias de verano para quienes ya tienen algún hogar mejor equipado para el invierno de Estambul y sus nevadas.
Los turcos más ricos
Pero quien se lo puede permitir, se pide el capricho: no hay nada más exclusivo en la alta sociedad estambulí que ser propietario de una de estas 99 casas. Pocos lo consiguen. Dos familias, los Sabanci y los Koç, están enzarzadas no sólo en una dura pelea sobre quién encabeza la lista de las mayores empresas turcas ―el 'holding' Sabanci tuvo 9.000 millones de euros de ingresos en 2010, el de Koç llegó a los 20.000 millones― sino también en una carrera por ver quién se hace con más 'yalis'.
Hay quien asegura que todas las mansiones adquiridas por la familia Sabanci tienen el tejado verde. Un paseo en barco por el Bósforo revela decenas de ejemplos. Y las malas lenguas añaden que en este toque familiar se advierte una necesidad de exhibición de 'nuevos ricos', mientras que los Koç, cuyo imperio es apenas una década más antiguo ―ambas dinastías empezaron en los años 20 del siglo pasado― representarían una burguesía de mejor gusto clásico.
Pero con 6 millones de euros puede bastar para adquirir uno de los yalis más ‘modestos’, de apenas 400-600 metros cuadrados habitables, jardín aparte. Añada algo de calderilla para el imprescindible barquito en la puerta: si tiene prisa, ni sueñe con sacar la limusina del garaje y enfrentarse al tráfico estambulí. A gran parte de los barrios más importantes de la metrópoli ―¡y sobre todo las discotecas más famosas!― se llega mucho más cómodamente a través del agua.
La lista de precios está abierta hacia arriba. Un gran 'yali' de 3.000 metros cuadrados en Kandilli puede valer 45 millones. El Sehzade Burhanettin, de un tamaño similar, con 64 habitaciones y un muelle particular de casi 60 metros, se ha situado en Forbes como la quinta casa más cara del mundo, con un valor de 70 millones. El mismo precio tiene el Conde Ostrorog, construida a inicios del XIX y durante el siglo XX hogar de una noble familia polaca; desde 2003 vive aquí Rahmi Koç, patriarca de la dinastía.
En unos 100 millones se sitúa el Valide Pasa, construido en 1902 y poco después vendido a Egipto como residencia consular. Sigue perteneciendo a este país, aunque por el momento, las llaves están en manos del arquitecto que coordinó la restauración, concluida en mayo pasado y evaluada en 7 millones.
Mantenimiento
Mantener un 'yali' no siempre sale tan caro, asegura Jessica Tamtürk. "En el fondo se trata de reemplazar uno por unos los tablones afectados, conforme la madera se pudra. Si uno contrata a artesanos experimentados y se implica personalmente en cuidar el trabajo, no es una inversión enorme». Eso si no está afectada la estructura: «Con cada buque que pasa por el Bósforo se tambalean los cimientos». Algunas de estas casas están edificadas en parte sobre pilones clavados en el agua, ya casi al estilo de Venecia.
Algunos 'yalis' también se pueden alquilar. Por la menudencia de 10.000 o 15.000 euros al mes tendrá su mansión de dos pisos, 500 metros cuadrados y 14 dormitorios. No se deje engañar. "Hay 470 casas directamente construidas en la orilla", advierte Jessica Tamtürk. "De ellas, 240 son históricas, según cifras oficiales. En realidad sólo quedan unas 200. Pero sólo 99 de éstas tienen su historia acreditada como casas otomanas conservadas tal cual". Joyas irreemplazables. «Véngase a cenar a mi yali» es una frase que en elegancia no puede superar ningún dueño de una mansión en California.

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