lunes, 25 de abril de 2022

Catedral de Tuy. Pontevedra. Galicia.

Historia.

Hablar del primer templo tudense es hablar de la ciudad de Tui. Es hablar de historia y tradición ya que, situada en lo alto de la colina rocosa donde se halla junto al paso del caudaloso río Miño y su carácter de frontera con Portugal, la Catedral ha sido testigo del devenir histórico de este pueblo a lo largo de los siglos.


Debemos buscar los antecedentes de esta magna construcción en la primitiva basílica paleocristiana de los siglos V-VI, en tiempos del Reino Suevo, si bien los registros arqueológicos advierten una ocupación del espacio ininterrumpida desde tiempos prerromanos. De nombre Castellum Tyde, la ciudad era cabeza de la comarca de los Grovios, perteneciente al Conventus Bracarensis; en los siglos siguientes se convirtió en un centro de especial relevancia, punto clave para el comercio y sede de monarcas y poderosos nobles, desarrollándose principalmente una intensa actividad comercial en su puerto hacia el siglo XV. E incluso, se documenta de forma fehaciente la presencia de dos sinagogas de la importante colonia judía durante la Edad Media.

El edificio catedralicio actual comenzó a tomar forma a lo largo del siglo XII tras los convulsos períodos de invasiones sarracenas y normandas cuando la ciudad es erigida nuevamente como sede episcopal. Es entonces cuando los obispos, con el apoyo de reyes y nobles, impulsan la construcción del templo consiguiendo para este fin numerosos privilegios y concesiones. La presencia de murallas y fortificaciones denotan el carácter defensivo de la ciudad, dada su importancia estratégica como cruce y confluencia de caminos.

El Claustro.

El origen de la palabra “claustro” debemos buscarlo en el vocablo latino “claudere” cuyo significado es “cerrar”. Y esta era la función primitiva de los claustros: espacios cerrados en torno a los cuales se disponían una serie de dependencias de variada índole: tales como administrativas, funerarias, de meditación…



En el caso de la Catedral de Tui, el claustro destaca, además de por su imponente construcción por ser el lugar en el que se encuentra ubicada la colección epigráfica y heráldica del conjunto catedralicio (cuyas piezas más antiguas se remontan a época visigoda) y porque, en sus inmediaciones, también se encuentra la Sala Capitular Románica del siglo XII, es decir, la primitiva sala de reunión de los canónigos del primer templo de la ciudad, con un marcado carácter medieval en su trazado y en la composición pétrea de su arquitectura.

Sus galerías están formadas por grandes arcos apuntados de descarga que cobijan en su interior a otros dos de dimensiones más reducidas sostenidos por finas columnas de capiteles florales dobles.

Es de apreciar la conservación del claustro tudense, que tiene la particularidad de ser el más antiguo de la comunidad gallega. De gran belleza y armonía, data de la primera mitad del siglo XIII, destacando su trazado siguiendo la influencia cisterciense quizá del cercano monasterio de Santa María de Oia.

El Coro.

Unos de los espacios más característicos de todas las catedrales es el destinado al coro que, tradicionalmente, se ha venido situando en el espacio central de la nave principal, frente al altar mayor.

En algunas catedrales, las recientes reformas litúrgicas aconsejaron el traslado de los elementos del coro a otros espacios, con una finalidad puramente catequética, dejando libre el espacio para acoger al todo el pueblo de Dios reunido frente al Altar para participar la Eucaristía. Es por esta razón que el coro de la catedral tudense se halla situado en la Capilla Mayor, aunque, bajo los órganos, se encuentran sendas hileras con parte de la sillería que realizara el maestro Castro Canseco a finales del XVII. En dicha sillería se representa con excepcionales relieves tallados sobre la madera las efigies de diversos santos, muchos de ellos muy prodigados en las devociones gallegas, y escenas de la Virgen María que acentúan el carácter mariano de este templo.

El espacio del coro estaba destinado a aquellos clérigos que formaban parte de él para realizar los cantos y los oficios divinos.

Portada Norte.

En contraposición a la fachada occidental, también llamada Occidental, se encuentra la Portada Norte o de San Epitacio, haciendo referencia al primer obispo de la diócesis y de la ciudad de Tui cuya imagen es apreciable colocada sobre un primitivo capitel de época prerrománica.

La Portada Norte constituye la principal expresión del arte románico en la catedral tudense, fundamentalmente por la originalidad de la disposición de los tres arcos de descarga combinándose, dando como resultado un aspecto exterior único en el arte gallego, a pesar de la sobriedad de las columnas que flanquean la puerta y la ausencia decorativa del tímpano.

Todo el conjunto queda rematado en la parte superior por un rosetón de motivos florales.

Portada Principal.

Una de las principales características de la Catedral de Tui es su portada principal, también conocida como Portada Occidental, en tanto la hace única e identificativa del espacio sacro al que sirve de antesala. En ella luce, en todo su apogeo, el gótico de esta catedral.


Dicha portada constituye todo un programa iconográfico cuya característica más destacada es su finalidad didáctica y catequética. Podemos afirmar, no en vano, que se trata de un soberbio retablo exterior en el que la vida de la Virgen María y su importancia en la Historia de la Salvación se expone de forma rotunda plasmada en la calidad artística de la portada.o en la portada.

Todo este conjunto se encuentra cubierto por un pórtico de arcos apuntados a modo de templete almenado fechado en el siglo XIII. Esta fachada principal es un resumen de la historia de la Catedral, pues contiene elementos decorativos que datan de diferentes épocas. Terminada hacia 1225, es posible apreciar la valía es las estatuas-columnas que flanquean la puerta de acceso ilustradas con las imágenes de reyes y profetas que dan paso a la lectura en el tímpano de un completo conjunto ilustrativo dividido en varios cuerpos perfectamente diferenciados, en el que destacan temas como el nacimiento de Cristo, la Adoración de los Magos, una curiosa representación de la Jerusalén Celeste, etc.

Timbrando las puertas, realizadas en madera en el siglo XVIII, se encuentra una bella representación de la Asunción de la Virgen, titular de este principal templo tudense.

La obra escultórica, de notable valía, se atribuye en su ejecución a artistas provenientes de Francia que llegaron hasta Tui bajo el patrocinio del monarca leonés Alfonso IX, el cual queda reflejado.

Retablo de la Expectación.

El arte sacro se vale de multitud de recursos didácticos para transmitir a los fieles todos aquellos mensajes que la simple lectura es incapaz de asimilar, de ahí la riqueza sublime de la decoración profusa y atrevida del arte religioso, en general, y del arte barroco, en particular.

Prueba de ello es este retablo de la Expectación de la Santísima Virgen, el más sobresaliente de los existentes en este artístico templo. La Virgen es representada encinta, apoyando la mano sobre el fruto de su vientre. Este magnífico retablo se debe a la gubia del maestro de Redondela Antonio del Villar, durante el siglo XVIII. La imagen de la Virgen es anterior.

Todo el conjunto está flanqueado de hornacinas con representaciones hagiográficas y medallones con escenas de la historia de la Salvación, constituyendo un deleite visual para los sentidos pleno de carga histórica y simbólica que es posible conocer, al igual que todo el conjunto catedralicio, in situ.

Sala Capitular.

Si exteriormente, es la Portada de San Epitacio el principal vestigio románico de la Catedral de Tui, en el interior, sin duda uno de los espacios más representativos de dicha etapa artística es la Sala Capitular del siglo XII, situada en las inmediaciones del claustro catedralicio, conjuntamente con el cual es recomendable su apreciación.

Es posible imaginar, allá por sus primeros días, cómo los canónigos de la Catedral podían sentir la protección y el cobijo que la fuerte y sólida estructura pétrea de la fábrica les proporcionaba. En dicha sala tenían lugar los “capítulos”, es decir, las reuniones de los canónigos para deliberar determinadas cuestiones relacionadas con sus menesteres, y, seguramente, el espacio fuese concebido en determinados momentos también como lugar de meditación y estudio, a modo de aula.

En ella hoy, además de la estructura que por sí denota su antigüedad y el paso de los siglos, se pueden observar piezas interesantísimas procedentes de varios rincones del conjunto catedralicio y pertenecientes a diferentes épocas.

Capilla de las Reliquias.

Aunque su nombre es Capilla de San Telmo, es comúnmente denominada Capilla de las Reliquias en alusión a la cantidad (y a calidad) de las reliquias que en ella se encuentran custodiadas de forma permanente para veneración de los fieles. Este espacio sacro se erige en uno de los más característicos de la catedral tudense, al tiempo que supone uno de sus rasgos más distintivos. No en vano, la existencia de reliquias entronca con la fuerte tradición medieval de las iglesias de peregrinación más relevantes.


Su marcado carácter renacentista atestigua la fecha de su construcción a lo largo del siglo XVI impulsada por el obispo Torquemada cuya heráldica aparece representada en la clave del arcosolio de su sepultura, situada a la entrada de la capilla.

Merecen especial atención la bóveda nervada con pinjantes en sus intersecciones, e igualmente el llamativo altar-relicario que cubre el muro central presidido por la imagen del patrón de la ciudad, San Pedro González Telmo, cuyas reliquias se custodian en esta capilla junto a otras guardadas en los diversos armarios y compartimentos que conforman el retablo, realizado en el siglo XVIII en madera sobredorada.

Por la festividad de San Telmo, son expuestas las reliquias para veneración de los fieles y devotos.

Órganos de la Catedral.

Nos dice San Agustín, padre y doctor de la Iglesia que “quien canta, dos veces reza”. La contemplación en detalle de los soberbios órganos barrocos de la Catedral de Tui, realizados en el siglo XVIII y rematados por las imágenes de San Telmo y Santiago Apóstol, nos hará comprender cómo la música es también una forma de arte y, en un espacio sacro de primera magnitud como es esta catedral, también una forma de honrar a Dios. Por tanto, la música forma parte también del inconmensurable patrimonio eclesiástico.

Museo Catedralicio.

La primera apreciación al entrar en el Museo Catedralicio es sin duda contemplar cómo tal cantidad de objetos artísticos, tan ricos y variados, hacen de esta primitiva capilla de Santa Catalina un espacio interesantísimo que no dejará indiferente a ningún visitante.

La calidad artística de los retablos, la valía de las piezas que en sus vitrinas se conservan y el preciosismo de los detalles de las mismas conforman este espacio de la Catedral Tudense como uno de los más característicos del primer templo de la ciudad, en el que la historia y el arte se dan cita en tiempo y forma para mostrar generosamente el patrimonio tan rico que los siglos han legado a esta conocida catedral gallega.

Como hemos dicho al principio, el Museo Catedralicio se encuentra ubicado en la conocida como Capilla de Santa Catalina, santa que preside el retablo principal flanqueada por diversos santos fruto de la devoción del obispo impulsor de este espacio sacro: Fray Anselmo Gómez de la Torre, quien en el siglo XVIII la reformó dotándola de mayor altura, dejando constancia de este hecho en sus escudos de armas.

Es en esta capilla donde se encuentran expuestas las diferentes piezas artísticas que conforman el Tesoro de la Catedral, tales como la rica colección de cálices y vasos sagrados (entre los que destacan los llamados “de Coco” y de “Los Evangelistas); una custodia procesional del siglo XVII profusamente decorada y de gran valía y una bella imagen sedente de la Virgen con el Niño, de marcados rasgos medievales, conocida como “La Patrona” o el conocido y antiguo Facistol del Coro, por citar algunos ejemplos sobresalientes.

Cabe destacar que, algunas de las piezas artísticas custodiadas en esta capilla-museo, por la calidad de su hechura y su valía histórica, estuvieron presentes en la Exposición Universal de Barcelona del año 1929 y en la exposición Galicia no Tempo que tuvo lugar en 1991.

Otros:




Fortaleza de Valença desde el mirador de la Catedral

 

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